Frabizio Rongione. Stephanie Cleau. Yvain Julliard. Eli Medeiros. Alexander Trocki. Gilles Privat. Juan Pablo Geretto. Pablo Torre Nilson. Agustina Muñoz. Juan Trench.
Todo comienza con un hombre un tanto gris en su corrección, Quinet, que viaja con su mujer a Buenos Aires. Es un banquero suizo que acude para suplir al agente anterior en el país, Keys, desaparecido repentinamente sin ninguna explicación. Estamos en plena dictadura militar.
A partir de ahí, se sucederán diferentes encuentros con personajes vinculados al poder, en apariencia contados de manera frontal pero envueltos en silencio. Sin que nos demos cuenta, todo se va haciendo más turbio. Y, sin que seamos conscientes, terminamos el viaje muy cerca del infierno.
Azor puede verse como una versión de El Corazón de las Tinieblas. La selva de aquella es en este caso la oscuridad de las almas, lo que no vemos y no escuchamos pero se nos muestra a base de retazos, pequeñas frases, pequeños gestos que representan los cimientos podridos de la sociedad, el barro, el cieno.
Para contarnos esta historia, Andreas Fontana utiliza una narrativa tan estilizada que alcanza casi la abstracción. Hay una frialdad absoluta donde los sentimientos sólo se filtran como filamentos. La coherencia es total y esa decisión, más que estilo, marca un tono y una distancia perfecta para empapar esa hora y media de tensión, de amenaza en la sombra.
Azor es una obra singular, redonda y sorprendente. Un thriller sin salidas, sin principio ni fin, un golpe, una crónica de la cara amable del horror y sus deformidades interiores. Y una excelente película. Excelente.
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