NOVELA: LA SEÑORA POTTER NO ES EXACTAMENTE SANTA CLAUS de Laura Fernández

 

Random House

600 páginas

Disponible en ebook.

Tengo que decir que lo primero que sorprende al adentrarse en la Señora Potter es la propia existencia de esta novela. Creo que, dentro del panorama literario español no hay nada parecido. Es una apuesta tan personal, tan desarraigada de cualquier referencia geográfica, que sólo entiendo su existencia como hecho singular, sólo comprensible en si misma. Desconozco otras obras anteriores de Laura Fernández, no sé si se parecen o apuntaban ya a esta, tan radical como ambiciosa.

Por supuesto sí hay influencias, como en cualquier obra, pero uno de los aspectos más fantásticos de esta es su variedad y la capacidad de mixtura de su autora. Esta por supuesto Roal Dahl, en esa capacidad de tratar a los niños como adultos y a los adultos como niños; encuentro también al Dickens de Los papeles de Club Picwick. Pero además hay una estética cómic, una clara presencia de los seriales de televisión ( falta que aparezca Jessica Fletcher de Se ha escrito un crimen ). Está el absurdo surrealista como forma de narración y el melodrama familiar como contenido. Y mucho más, acertijos que van saltando entre las páginas con esa vocación de juego que la autora parece proponernos. 

Me cuesta recordar el nombre de esa localidad inhóspita y azotada por la nieve que sólo sobrevive como escenario de una famosa novela. Parece que incluso ese libro ejerció un efecto de maldición sobre el lugar y sobre una colección de estrafalarios y extravagantes personajes que de alguna manera están relacionados con sus páginas.

Cuando el joven propietario de la única tienda de souvenirs del lugar decida cerrarla y poner en venta la casa para huir de allí, se desencadenarán todo tipo de historias paralelas.

Hay una historia de búsqueda entre madre e hijo, un crimen que puede no haber existido, la inspiración de una pareja de escritores..... hay muchas, muchísimas cosas en La Señora Potter, cosas que parecerían normales si no estuviesen pintadas de mil colores.

En definitiva, veo esta novela como una gran tarta con doscientos componentes, que ha explotado llenando la habitación de una desordenada alegría, de mucha sorpresa, de una sensación gozosa de felicidad. Tal vez, como en todas las tartas, en ocasiones se roce el exceso que puede llevar al empalago. Ese es un riesgo que Fernández sortea casi siempre, porque sólo desde una gran capacidad narrativa, lucidez para controlar una imaginación desbocada y muchas ganas de riesgo, puede afrontarse un proyecto así y no sólo no morir en el intento sino conseguir una obra tan magnífica.

Creo que no hace falta que lo diga, pero tengo unas ganas inmensas de saber lo que escribirá después de esto.

Pulsa AQUÍ para adquirir esta novela

Público          

Comentarios