CINE: LAMB de Valdimar Johannsson

 

Islandia 2021

Noomi Rapace. Hilmir Snaer Guonason. Bjorn Hlynur Haraldsson

Lamb comienza con unas imágenes tan inquietantes como hermosas. Unas figuras, que pronto distinguiremos como una manada de caballos, se mueven en la niebla, aparentemente asustados y aparentemente desorientados, más allá de su unidad grupal. Basta para transmitirnos dos sensaciones que no acompañarán durante toda la película:

Que estamos en un lugar donde la naturaleza brutal marca la vida de las personas y convierte este territorio en un entorno inabarcable, donde cualquier cosa puede tener cabida.

Que una presencia inquietante y desconocida va a estar siempre presente, casi vigilando a nuestros protagonistas como una amenaza que podría llegar a materializarse.

La pareja protagonista vive en la soledad de estos parajes aceptando la dureza de su existencia y, en apariencia, satisfechos con ella. Cuando irrumpe lo inesperado, también parecen estar emocionalmente preparados para ello. No quiero contar nada más porque Lamb es una película que encuentra su mejor baza en la sorpresa y en la perfecta graduación de la información que vamos recibiendo. 

En llevar adelante esta historia, y conseguir que lo que podría ser grotesco se convierta en fascinante está la magnífica labor del director.

En primer lugar, desde el inicio antes citado, atrapa ese paisaje que nos ofrece como el lugar donde habitan los dioses primitivos, donde la humanidad regresa a lo atávico, a los mitos incomprensibles y sangrientos que convierten la existencia en una lucha permanente y donde la felicidad implica en muchas ocasiones aceptar lo incomprensible. Es ahí donde encaja a la perfección su observación continua de la naturaleza, incluida la relevancia de la fauna, nunca había percibido tanto contenido en las miradas y comportamientos de los animales.

Por otro lado, maneja como nadie la sugerencia y el silencio, de hecho la obra es casi una pieza de cámara que se desenvuelve con la cotidianeidad de un Chejov en la tensión de una claustrofobia asfixiante. El hecho de que, como ya he dicho, la información nos vaya llegando poco a poco y mientras tanto nos movamos sólo entre la comunicación no verbal de los protagonistas, nos sitúa en una posición quizás tramposa pero tremendamente eficaz.

Con todo esto, Lamb es un cuento oscuro, anclado en las leyendas ancestrales y contado como tal, una historia de terror callado con la que he recuperado esa sensación que no aparecía desde hacía mucho, el miedo. Y como ya he crecido, no me llega con el gore ( que nunca me ha gustado ) ni con el artificio. La base es la inquietud constante y el desconcierto, no ser capaz de adivinar lo que va a ocurrir. 

No es fácil que hoy día nos encontremos con algo que nunca hemos visto y que alguien se atreva a narrarlo. Si además lo hace con la maestría de Johannsson es casi imposible no sentirse atrapado. Una propuesta magnífica y sí, diferente, capaz de hacer creíble visualmente aquello que nos habría resultado difícil de asimilar si nos la hubiesen contado.

Público

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