Alana Haim. Cooper Hoffman. Sean Penn. Tom Waits. Bradley Cooper. Ben Sadfie. Maya Rudolph. Joseph Cross. Emma Dumont. Skyler Gisondo. Mary Elizabeth Ellis. Emily Althaus
Una joven de veinticinco años y un niño actor de quince se conocen en la fotografía de la graduación de este último. Es una escena chispeante, rápida, sorprendente por su frescura y la fluidez de sus diálogos. Es el inicio de Licorice Pizza. A partir de ahí, la historia se centra en la historia de estos dos personajes, especialmente el de ellas, una historia que nunca pierde esa luz inicial esa ligereza y esa vitalidad.
En la confusión de la diferencia de edades, los acompañaremos, en su búsqueda de negocios más o menos extravagantes generalmente liderados por él, y en la confusión de esta mujer desconcertada por buscar su sitio. Precisamente uno de los principales valores de la cinta es ella, Alana, su incertidumbre y su necesidad de salir de su reducido entorno, la magnífica interpretación que hace Haim es creativa en cada gesto, en cada mirada, hace que la amemos y le deseemos lo mejor. La aventura con ella es mejor.
Tengo la sensación de que la propuesta, situada en los setenta, está empapada de nostalgia. Posiblemente hay mucho de la adolescencia de su director volcada aquí, pero también hay nostalgia del cine, que seguramente haya sido la escuela emocional del autor. Las escenas son estéticamente evocadoras, la cinta está llena de imágenes que son mitología del séptimo arte. Incluso hay bromas divertidas sobre esto, como las referentes al marido de Barbara Streisand con un hilarante Bradley Cooper o la que componen Sean Penn y Tom Waits.
Licorice Pizza es agradable, tierna y burbujeante, no hay nada malo, y aunque no alcance la genialidad que Paul Thomas Anderson nos ha regalado en otras películas, tampoco es una comedia banal aunque pudiera parecerlo.
En estos tiempos, poner en pantalla la felicidad y hacerlo sin trascendencia, debería de tener un plus.
Público
Comentarios