Christian Malheiros. Rodrigo Santoro. Bruno Rocha. Vitor Julián. Lucas Oranmian. Cecilia Homen de Mello. Dirze Thomaz
Netflix
Tenemos que reconocerlo. En estos momentos las plataformas audiovisuales se están convirtiendo en un escaparate de la distribución cinematográfica comparable a las salas, y no sólo como sustituto.
No me refiero a la posibilidad de ver películas de estreno en casa a los cuatro meses escasos , ni siquiera a las producciones que se estrenan directamente por esta vía.
Lo importante es poder llegar a cintas que nunca tendrían una vida comercial en el formato convencional. No siempre es fácil encontrarlas, pero ocurrió por ejemplo el año pasado con Ya no estoy aquí. Me acaba de ocurrir con 7 Prisioneros.
Soy sincero: buscaba otra película. No sé porqué esta me engancho. Y me encontré con una historia tan potente como desoladora.
7 Prisioneros habla de la esclavitud. Perro no como un hecho histórico. Habla de la esclavitud aquí y ahora, y de este mundo en el que vivimos donde unos pocos kilómetros de distancia separan dos planetas totalmente diferentes.
Mateus es un joven que vive en el campo. Para conseguir dinero para su familia, aceptará con otros tres muchachos, ir a Sao Paulo por trabajo. Lo que se van a encontrar allí es muy diferente de lo que esperaban. Pero es difícil afrontar esa situación cuando no se cuenta con más bagaje que la necesidad de sobrevivir.
La película, precisa en su forma de contarnos la historia, está llena de aciertos.
Es llamativa la ternura que el director consigue extraer en el inicio, del dibujo de los cuatro personajes. Su ilusión inicial, su sorpresa ante los primeros paisajes urbanos. Su pasado del que bastan unas pocas referencias para dibujar la miseria: sólo Mateus sabe leer y uno de ellos nunca ha dormido en una cama.
A partir de ahí, con un guion minucioso tanto en el desarrollo interior como en las pequeñas acciones que componen la trama, se adentra en el horror del tráfico de personas y, con ello, en la ambiguedad moral que surge de la necesidad.
7 Prisioneros es lo más parecido a un thriller de iniciación, pero el sustrato humano lo convierte en mucho más. Una parábola transparente en su mensaje, incluso en el simbolismo con que se presentan las grandes fachadas de los rascacielos y los cables que la cruzan, la referencia al trabajo de aquellos que con su sufrimiento permiten que todo siga en pie. Pero en esa sencillez, directa, caben unos personajes complejos, tanto como cualquier ser humano.
Una propuesta tan sólida cinematográficamente hablando como importante desde el punto de vista político. A veces el cine tiene la misión de que no podamos cerrar los ojos al mundo en que vivimos.
Lo dicho, ver esta película ha sido un regalo.
Me encantaría que pudiese tener una carrera comercial, aunque fuese en plataformas, a la altura de sus cualidades. En cualquier caso, yo he podido disfrutarla. Gracias a la casualidad. A veces se producen estos pequeños milagros.
Público
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