STEPHEN SONDHEIM, EL GRANDE DE LOS MUSICALES

 

Viví en Londres durante un año. Fueron doce meses de mucho teatro, y los musicales ocupaban ( y siguen ocupando ) gran parte de la cartelera.

Recuerdo mi sorpresa con Follies, totalmente ajeno a la frivolidad que parecía inherente al género. Era una historia elaborada, con personajes complejos y, por supuesto, una música maravillosa y canciones inolvidables como Loosing my mind.

Luego conocí Little night music y descubrí que de ahí venía Send in the clowns. Un musical basado nada menos que en una película de Bergman. Into the woods o la perversión de los cuentos infantiles y por supuesto, esa ópera oscura Sweeney Todd.

Sondheim demostró que cualquier cosa era susceptible de tener música, y que si la música la ponía él, incluso la guía de teléfonos sería grande. 

Cualquiera que no valore el género debería de conocer sus obras. Yo le debo muchas horas de disfrute en que regresaba a casa en el frío clima británico, pero con el corazón saltando, emocionado, sorprendido y, seguramente, tarareando ya alguna de las canciones que acababa de escuchar.

Dicen que nos ha dejado. Hombres así no nos dejan nunca.

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