NOVELA: NADA de Carmen Laforet

 

Varias editoriales

250 ´páginas

Disponible en ebook

Regreso a lo que ya conté tantas veces: que difícil era en la adolescencia, ser disciplinado en la lectura cuando había tanto que leer. La elección entre lo que nos tocaba y lo que nos apetecía no era difícil. Y así me encuentro, muchos años después, rellenando los agujeros que ha ido dejando pendientes un ansia de historias, glotona y poco reflexiva, que fue construyendo afición por acumulación, sin preocuparse de los cimientos. Sin embargo, cuando regreso para asumir los deberes de entonces, no puedo evitar pensar en la perspectiva, y dudas si, con todos esos años menos, hubiese sido capaz de entender Nada como ahora. Si con mi edad, me ha impactado, ¿ como la habría recibido en mi juventud?.

Tenía una idea diferente de Nada. Sabía que había sido Premio Nadal cuando su autora era una desconocida, que había causado conmoción entonces y que Carmen Laforet no había continuado su carrera literaria como se esperaba, como si este libro fuese una de esas novelas tan potentes que arrojan una especie de maldición sobre quienes las escriben. Pero no sé porqué, me esperaba una obra más serena, más cansada en su desengaño.

Andrea es una joven que sale del pueblo para irse a la ciudad, a vivir con los restos de su familia. Barcelona, la ciudad que la espera, es una urbe que intenta levantar cabeza después de una Guerra Civil que apenas aparece en la narración, pero que tiene que ser la causa de tanta miseria. Porque lo que la protagonista va a encontrarse es la miseria en todas sus formas, la miseria de la pobreza que llega al horror supremo que produce el hambre, pero también la miseria moral de quienes han dejado que salgan a la epidermis sus miedos y sus pecados, y de aquellos que creyéndose arriba los observan. 

Desde la primera escena, la llegada de la muchacha a la casa donde va a vivir, todo está teñido de la oscuridad y la agresividad del retrato certero, de la verdad. Aunque la novela parezca siempre estar en un tono de sueño, más bien de pesadilla, habitando una ciudad fantasmal donde la joven transita a distancia de todo lo que ocurre a su alrededor como una observadora alucinada. 

Nada es terrible. Su argumento, que estilizado en su trama podría ser un melodrama, un folletín, se empapa de la atmósfera de un país en ruinas, de una España perdida y gris. Y el resultado es desolador, incluso con ese final que parece una engañosa salvación.

Es un puñetazo. Es también historia. Y sobre todo es literatura que me aprisiona, me sorprende, y me habla de un mundo que existió, como existieron voces que desde su juventud triste y desengañada, se atrevieron a contarlo.

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