Nena Meurisse. Stephane Varupenne. Margot Abascal. Josephine Sanz. Gabrielle Sanz
Los mejores magos no son aquellos que consiguen que no les descubramos los trucos. Los mejores magos son los que no tienen trucos. Los que de verdad entienden que la magia existe, y para ello no necesitan grandes efectos, sino sencillez.
Yo creo en la magia y estoy seguro de que la vida cotidiana está llena de pequeños milagros. Sólo hay que saber mirar y ser capaz de aceptarlos con serenidad.
Petite Maman es un doble milagro. Lo es en su propia existencia como película breve y alejada de cualquier moda, que consigue llegar a las pantallas comerciales. Y lo es también en su contenido, porque un milagro es lo que, con inteligencia y poesía, nos muestra Sciamma durante apenas setenta minutos.
Voy a ser muy breve porque no quiero contar nada. Lo más hermoso de esta película perfecta es descubrirla y hacerlo sin sorprenderse, paladeándola, disfrutando los infinitos detalles, su gran humanidad, su belleza tranquila.
Hace poco, su directora ofreció Retrato de una mujer en llamas, una obra maestra de elegancia, de solidez narrativa. Petite Maman es única en su delicadeza y, sobre todo, en su valentía, en su atrevimiento.
A veces el cine nos recuerda que la vida es, como dijo, John Lenon, aquello que pasa mientras pensamos en otra cosa. Aprendamos a mirar y, una vez más, la sencillez con la que Sciama, sin trucos, hace magia
Público.
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