Christina Rosevinge. Alito Rodgers. Isabelle Stoffel
Disponible en Filmin
Gracias al cine todos conocemos a Karen Blixen. Memorias de África, donde Meryl Streep interpretaba a la escritora, es sin duda un referente icónico de las películas románticas. Sabemos pues de su odisea en ese continente, sus esfuerzos por poner en pie y mantener una plantación de café, sus buenas relaciones con sus criados indígenas.....
Ahora nos llega Karen, una de las películas más extrañas que se han producido en nuestro país, en un año abonado de rarezas. En ella, la directora se traslada a Extremadura para hacernos pensar en el continente negro y convierte la narración en un acercamiento a la protagonista que navega, con sorprendente ligereza, entre lo superficial y lo cotidiano. Tampoco su duración es convencional: le bastan sólo sesenta minutos para hacer un ejercicio de alquimia cinematográfica perfecto.
Porque Karen es un pequeño milagro. En primer lugar consigue, con lo mínimo, trasladarnos al entorno que desea y acercarnos a la figura de Blixen con apenas tres personajes y varias conversaciones. No sé si la magia está en el guion preciso y esencial o en la imagen, de una belleza tan sencilla que sorprende. El caso es que somos capaces de mirar, escuchar y entender, también de adivinar las corrientes subterranéas que, como la vida de cualquier ser humano, recorren la de esta mujer.
Karen es un acercamiento al personaje desde la evocación y la capacidad de observar en todo el sentido del verbo. Pero también es un homenaje al cine como arte capaz de crear, de trasladarnos, de hacernos soñar. No perdamos esa referencia. Aunque no tengan nada que ver, podemos rememorar que, por ejemplo, Doctor Zhivago nos trasladaba a Moscú desde platós en Madrid y ahora volamos a África a través de los paisajes de Extremadura. O si tienen que ver: los dos son cine, buen cine.
Público
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