RELATOS: DUBLINESES de James Joyce

Editorial Ulises

190 páginas.

Había leído estos cuentos hace tiempo, en inglés. Creo que fue cuando se estrenó The Dead, la preciosa película con la que John Huston homenajeaba sus orígenes, al tiempo que firmaba como testamento su cinta más sorprendente y posiblemente más hermosa.

Yo vivía entonces en Londres, y de Irlanda tenía el recuerdo de varios veranos en entornos rurales, con esporádicas visitas a Dublín. Aquello era una Europa diferente a la nuestra, a nuestro país, no sé explicar exactamente en que, pero teníamos la sensación de que iban por delante, de que tenían detrás una historia más sólida y compartida.

Dublineses, visto hoy día, leído desde otra madurez, con otra perspectiva, me habla también de eso, en la recolección de pequeñas historias que Joyce nos traslada con minuciosidad en lo externo pero consiguiendo que las descripciones se abran a entender procesos íntimos, a fusionar la crónica de costumbres, la estampa social, con la individualidad de cada personaje y su perfil psicológico. Sus sentimientos engarzados en su comportamiento, su vida, el paisaje.

Juntos, y escritos desde la observación, ofrecen un mosaico de una vida dura, donde los destellos de felicidad eran como pequeños regalos a la complacencia, a la resignación. Y donde el presente era un estado donde los sueños pocas veces pasaban de ser fantasías.

El volumen termina con una obra única, Los Muertos, el relato un poco más largo que inspiró la película que antes mencionaba. La maestría para dibujar cuadros meticulosos en movimiento, que Joyce ha demostrado ya en los relatos anteriores, llega a la perfección en este retrato coral de una velada en la casa de dos ancianas. Su capacidad para captar los detalles, para matizarlos sin subrayados. Pero sobre todo, aquí más que nunca, su capacidad para entrar en el alma de los seres humanos y la forma, desde el pensamiento, de mostrar algo tan intangible como el paso del tiempo.

Dublineses habla de unas vidas que compartían una ciudad, viviendo vidas concretas, pero tengo la sensación de que también lo hace de los recuerdos como otra forma de vida, otra capa de la existencia capaz de resucitar parte de la existencia de aquellos que ya han pasado a formar parte de los que no están.

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