CINE: TEMBLORES de Jayro Bustamante

 

Guatemala 2019

Juan Pablo Oyslager. Mauricio Armas. Diane Batham. Maria Telón. Pedro Javier Silva. Sabrina de la Hoz.

Creo que al terminar la semana pasada mi entrada sobre La Llorona, comentando lo singular que me había resultado la creación de Jayro Bustamante, me emplazaba a ver pronto Temblores, otra de sus películas mal estrenadas en nuestro país como consecuencia de la pandemia.

Dicho y hecho.

Temblores confirma los mejores augurios de La Llorona: Jayro Bustamante es un cineasta comprometido con compartir con el mundo las miserias de su país, y capaz, como nadie, de contar el dolor.

Pablo, el protagonista, es un hombre de acomodada posición que decide abandonar a su mujer y a sus dos hijos por irse a vivir con Francisco, de quien se ha enamorado. Frente a la libertad recibida, poco a poco van tomando cuerpo las renuncias, especialmente la de los niños. 

El retorno a la aparente normalidad se producirá con la intervención de las terapias creadas por la iglesia evangélica y que son, sin duda, una muestra de como las supersticiones de las antiguas religiones conviven con una aparentemente civilizada sociedad. 

Creo que sería simplificar mucho ver la cinta sólo como una crítica a las pseudoreligiones y a la homofobia de un entorno que presume de pudiente y sigue teniendo el arraigo de lo primitivo. Personalmente veo en Temblores un reconocimiento del ser humano como un ente complejo, como un ser al que debemos de aprender a aceptar en su confusión, una reivindicación de la libertad como un camino de dolor pero necesario para que verdaderamente se alcance la grandeza que nos corresponde. Esa lucha entre la aquiescencia y la verdad, entre ser o encajar.

En esta ocasión, Bustamante no utiliza como en La Llorona el realismo mágico, pero no hace falta: la realidad parece una distopía cuando entramos en las ceremonias de conversión. En lo que sí coinciden es en una narrativa tan sutil como esencial, en que la información precisa se va desgranando evitando efectismos ( el inicio es en este caso un ejemplo de maestría narrativa ),. Dentro de su dureza, sin embargo, en lo que lo que más me impacta es en su capacidad para captar la ternura, lo íntimo, la fragilidad.

Siendo brutal en su concepto y en lo que cuenta, es impresionante la delicadeza que desprende toda la película, situándonos siempre en el filo del dolor. Ayudan mucho sus intérpretes, todos perfectos, pero si bien el reconocimiento general es para Juan Pablo Olyslager, personalmente, quien consigue emocionarme es Mauricio Armas, capaz de transmitir la sabiduría que, desde el amor, le hace asumir la derrota incluso antes de que esta se anuncie.

Después de esta segunda visita, quedo sin duda a la espera de otras entregas de este director recién descubierto. Valiente, comprometido, sensible e inteligente, con mucha sabiduría cinematográfica, pero también, y sobre todo de la vida. Pocas personas pensarían y se atreverían con un final que, con sólo dos miradas, resulta el sumun de la devastación.

Público

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