250 páginas
Disponible en ebook.
Mientras disfrutaba de la lectura de este libro, pensaba ¿ que es lo que hace que una buena novela lo sea, o que la convierte en muy buena?. Supongo, o esa es la conclusión a la que llegué, que no hay una respuesta única, puede ser la narración, los personajes, el lenguaje, su capacidad para sorprender o, al contrario, la precisión a la hora de contar lo cotidiano. posiblemente lo más acertado sería decir que una novela es la correcta mixtura de todo ello.
Digo esto porque Lo que queda de luz, me transmite la gratificante sensación de que estoy leyendo una muy buena novela, muy literaria, muy consciente de si misma. Una obra que se presenta transparente y que pide al lector sólo la tranquilidad de su lectura sosegada para poder percibir la riqueza de un contenido en apariencia sencillo y sin efectismos.
Todo comienza con la muerte inesperada de uno de los cuatro personajes centrales. Son dos parejas de amigos a pares, desde tiempos del colegio, que han terminado combinándose en sendos matrimonios. Con diferentes situaciones económicas, los cuatro pertenecen a una élite intelectual vinculada de forma directa al mundo del arte, bien como creadores, bien como mecenas. En los siguientes capítulos, viajaremos intermitente al pasado, para extender nuestro conocimiento de su historia y, posiblemente, darle otra perspectiva a lo que está sucediendo en la actualidad.
Creo que lo que más me engancha, son los perfiles complejos y completos de los personajes, la capacidad de Hadley para dibujarlos a base de pequeños detalles, fusionar su interior con sus comportamientos con la precisión de un cirujano, y conseguir algo tan difícil como trasladar la inconsistencia, sus dudas, sus temores, sin que nunca parezca arbitraria. No es difícil reconocerse, sino en un miembro concreto del cuarteto, si en muchos de los episodios íntimos de cada uno de ellos.
También es sorprendente su capacidad para crear el entorno, aunque la novela podríamos decir que se compone principalmente de primeros planos, la autora crea el escenario preciso donde colocar a los protagonistas, con la distancia justa y la información suficiente.
Lo que queda de luz, además, está muy bien escrita, con un lenguaje preciso, limpio, siempre adecuado, y que consigue que convivan la descripción rigurosa con la observación íntima.
El resultado, ya lo he dicho al principio, es una novela excelente que asume su condición de novela, que obtiene su solidez por supuesto del talento pero también de la coherencia. Que difícil ser tan honesto, tan buen escritor y, sobre todo, tener esa mirada tan capaz de ver para contar. Lo que queda de luz regala literatura, pero también mucha verdad.
Público
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