CINE: UN EFECTO ÓPTICO de Juan Cavestany

 

España 2021

Carmen Machi. Pepón Nieto. Luis Bermejo

Cavestany es un escritor especial, me hipnotiza su capacidad para llevar lo cotidiano al absurdo y darle un nivel narrativo, de arriesgar estando siempre al filo, de desconcertar, de llenar de humor la tristeza.

En teatro me entusiasmo con Urtáin, su obra más conocida, pero también con Penumbra y otras colaboraciones con Animalario. Verguenza creo que es un ejemplo de como hacer propio un género y traerlo al humor más castizo. En cine, Gente en sitios y Esa sensación son dos joyas compuestas de retazos e historias cruzadas.

Un efecto óptico cuenta, sobre el papel, como un matrimonio de Burgos se embarca en un viaje turístico a Nueva York, cabalgando en todos los tópicos de clase media y con la obligación de pasárselo bien. Lo que no podrán quitarse de encima es el tedio de un devenir aburrido y la preocupación por su hija, ya universitaria, que se ha quedado en España. En el transcurso de esos días podrán descubrir de nuevo la pequeña felicidad de estar juntos.

Pero en Cavestany nada es tan convencional. Un efecto óptico es también una película que precisa de varias vueltas para ajustarse, para llegar a una aparente normalidad entre los protagonistas, aunque a su alrededor, los personajes y situaciones episódicos sigan bastante descolocados. 

Así, todo comienza con un primer viaje en el que Nueva York se parece demasiado a Burgos, la Estatua de la Libertad es de atrezzo barato ( aunque salga bien en las fotos ), el Metropolitan a un Prado ( aquí, un desajuste más). También se asoma un matón, un lobo dispuesto a comerse a Caperucita, un marido buscando a su mujer en los pasillos de todos los hoteles que pisan...

A  partir de ahí, se repetirá el trayecto, con ligeras variaciones, hasta que pueda tener ciertas tiras a las que engancharnos para no sentirnos totalmente perdidos, sólo un poco perdidos. Quizás también para que decidamos que no hace falta desentrañar el jeroglífico sino disfrutarlo. Y podremos divertirnos, mucho, y jugar, si queremos, a completar las historias. Hay nido vacío, infidelidad aparente, referencias cinéfilas... hay de todo, mucho, o nada, según la lectura que queramos hacer del material que se nos ofrece.

Cavestany, de nuevo, escribe muy bien, se mueve en una textura visual necesariamente vulgar, utiliza la música con sarcasmo y consigue dos excelentes interpretaciones de dos excelentes actores. Un efecto óptico es, de nuevo, una obra inclasificable. Y si decides disfrutarla, te dará mucho.

Termino con una afirmación que he leído en una crítica y me ha parecido lo más genial y adecuado para definir esta cinta: algo así como que Cavestany es aquí  un cruce entre David Lynch y Paco Martínez Soria. Chapeau.

Público

Comentarios