Zendaya. Jonh David Whasington
Creo que esta obra tiene menos de película que de ejercicio cinematográfico. Es una obra limitada por su planteamiento y cuyo resultado va a depender totalmente de su puesta en escena.
Sólo hay dos personajes. Todo tiene lugar en unidad de tiempo y espacio en una sofisticada morada. Y la trama se estructura como una larga discusión entre ambos.
Es de noche. Llegan juntos desde el estreno exitoso de la primera película de él. Emoción, sin duda, pero también envidias, desencanto, vanidad.... Todo comienza con el disgusto de ella por haber sido la olvidada en el discurso de agradecimiento, a pesar de que su vida haya sido la inspiración del relato filmado.
El envoltorio es magnífico. En un blanco y negro barroco en su pluralidad de matices, con un montaje que convierte cada encuadre en una pieza de arte perfecta, y una fantástica banda sonora que empasta a la perfección con el desarrollo de la historia.
El texto está muy bien escrito, es capaz de patinar con equilibrio entre la incertidumbre íntima de dos personajes, marcados ella por un pasado de adicciones y un presente de gran inseguridad y cierta autodestrucción, y él por un machismo rematado en la vanidad infantil del éxito recién conseguido. Es fácil reconocer ese despeñarse por la ladera del dolor, convirtiendo todo en una batalla donde ganar está por encima de las bajas del camino. Cierto que algunos monólogos pecan de largos para ser creíbles pero, una vez más, son ejercicios, en este caso de interpretación. Y sin duda hay algún enganche artificioso pero necesario. Pero el resultado global compone un buen guion y, sobre todo, Levinson lo cuenta muy bien.
Los intérpretes son esenciales en una película así, y ambos realizan un completo y complejo desarrollo de sus personajes desde dentro pero exponiéndolos con transparencia. La cinta sin duda es suya y son capaces de llevarnos de un nivel al siguiente, consiguiendo encuentros de muy alta intensidad.
Puede ser que se juzgue Malcomo & Marie como un ejercicio en el vacío, intrascendente y pedante. Para mi es un ejercicio de factura impecable y que contiene retazos en los que no es difícil reconocerse y dos grandes interpretaciones.
En cualquier caso, un producto al que no se le puede discutir su calidad y su belleza.
Público
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