350 páginas
Disponible en ebook.
No sé si es muy correcto decir que existe una literatura femenina desde el punto de vista de la autoría. Pero la verdad es que me cuesta imaginar a un hombre siendo capaz de la meticulosidad íntima de Jane Austen. O escribiendo una novela como La primera mano que sostuvo la mía, más que un tratado, un homenaje a la maternidad.
El libro lo componen dos historias paralelas, en distintas épocas, que parecen transcurrir de forma independiente hasta el final.
Una es un relato convencional, lleno de encanto, sobre una muchacha que, a mediados de los cincuenta, decide dejar la vida campestre para buscar un futuro libre y abierto en Londres. Tengo la sensación de que no nos cuesta entrar porque encaja con narraciones y escenarios que a veces hemos visto en cine o en otros libros, pero además, el lenguaje de su autora es limpio, transparente, y la odisea de la chica transcurre con ligereza.
Vivirá una intensa historia de amor, pero la maternidad le llegará más tarde, y decidirá asumirla en soledad y sin ningún tipo de traumas ni complejos.
La segunda historia es actual. En un Londres intelectual, una pareja regresa a casa tras un complejo y peligroso parto. La maternidad ha llegado en este caso por accidente, trastocando la existencia de sus padres hasta el olvido de ellos mismos. Esta parte esta narrada en un estadio mental interior, incluso con momentos que rozan el thriller psicológico.
No son las únicas madres en el camino, hay otra, que será la que termine vinculando ambas narraciones, a pesar de que hasta entonces, la autora haya hecho que se rozasen delicadamente varias veces a través de sus escenarios.
Pero, si bien ese armazón está perfectamente estructurado, no es lo que más me importa. Durante sus trescientas páginas me dejo llevar de la mano, yo también, de la prosa delicada de Maggie O'Farrell y su capacidad de contar una gran historia sin dramatismos, de entretener y emocionar. Salto de una a otra sin problemas a pesar de sus diferencias, sin sobresaltos. Había leído de esta autora un libro de relatos pero es aquí donde comienzo a ver su intensidad literaria. Hay clasicismo y modernidad en su prosa, asoma Dickens y el humor de la antes citada Austen. Un retrato perfecto y complejo en cada uno de sus personajes y, sobre todo, una suavidad que hace que el relato parezca casi un cuento al oído.
Creo que todo ello se llama sensibilidad e inteligencia. No sé si puede decirse que estas son virtudes más frecuentes en las escritoras. Pero en cualquier caso, a esta le agradezco que nos haya regalado esta magnífica novela con la que Maggie O'Farrell se incorpora a mi lista de autoras a seguir.
Público
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