Luis Tosar. Alvaro Cervantes. Moustapha Oumarou. Anna Castillo. Miquel Fernández. Jesús Carroza. Adam Nourou. Ana Wagener. Nora Navas. Zayiddiya Dissou. Belén López
Llámame influenciable, pero la verdad es que si Adú no hubiese colonizado las nominaciones de los Goya 2020, posiblemente nunca la habría visto. Sí, lo reconozco, como a muchos, me dejo llevar en muchas ocasiones por crítica y repercusión. Gracias a eso, he disfrutado de cintas como la mejicana Ya no estoy aquí, que comentaba el otro día, y esta.
Adú es un niño africano que, por un caso de mala suerte relacionado con la caza furtiva de elefantes, condena a muerte a su familia y tiene que huir de su poblado con su hermana, un poco mayor que él. España aparece como el único destino donde podría comenzar otra vida.
Al lado de esta historia, muy bien contada como si fuese una película de aventuras, se cruzan otras dos que se rozan tangencialmente con la principal. No influyen en esta pero si ayudan a dibujar un paisaje más amplio sobre el drama de la inmigración y la presencia de europeos en África. La verdad es que son relatos apenas esbozados. El de los policías de la valla, bien montado y el del padre y la hija, el más prescindible.
Pero como decía, lo principal es la odisea de ese niño que debe de cruzar varios países, primero acompañado de su hermano y luego de un joven que el destino pone en su camino. Ese viaje que nos cuesta asumir y que, seguro, responde al que han tenido que realizar muchos niños en busca, no ya de un mundo mejor, sino simplemente de un mundo donde poder vivir.
Adú es convencional en su narración, pero podemos ver esto como positivo. Salvador Calvo es un director muy eficaz y en este caso entiende la fuerza del material que tiene entre manos. Las imágenes de las cámaras de seguridad de la valla, los paisajes africanos, los campamentos donde se espera para cruzar..... el protagonismo debía de estar en este caso en lo que se cuenta. Y así es. La producción está al nivel necesario para que la crónica tenga la grandeza que necesita.
La cinta entretiene, emociona y, sobre todo, nos muestra una realidad a la que, en ocasiones, se ha hurtado el lado humano. Es cine espectáculo, que recuerda a otras aventuras en la selva, esa de la que tantas veces nos ha hecho disfrutar el cine clásico. Pero la visión es otra. Es cine necesario.
Público
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