Paula Beer. Franz Rogowski. Maryam Zaree. Jacob Matschenz. Anne Ratte Polle. Rafael Stachowiak. José Barros. Julia Franz Ritcher. Gloria Endres de Oliveira. Enno Trebs. Christoph Zrenner
Cuando comentaba aquí En tránsito, y recordando también Phoenix, creo recordar que definía a Petzold como un gran romántico. Sin complejos, estas películas estaban habitadas por apasionadas historias de amor que remitían a los grandes amores imposibles.
Eso sí, también es un fabulador, un narrador original que se atreve a profundizar en la oscuridad del vértigo o en ofrecer un escenario abiertamente anacrónico.
Ondina, es por lo tanto un paso coherente en su trayectoria.
Lo que nos ofrece esta vez su director es un cuento, una fantasía con algo de magia y mucho de pasión. Su protagonista parece un ser condenado a amar sin ser nunca feliz en el amor. Su última odisea, nos la empapa de un lenguaje que de forma obvia en su mirada a su alrededor y en su acompañamiento musical, de una ligera poesía, que casa a la perfección con el tono.
Otra elección acertada tiene que ver con el escenario. Petzold hace de su heroína una guía histórica especializada en urbanismo, algo que también se plasma en las imágenes que muestran el contraste entre la fisonomía de un Berlín clásico y la invasión de lo actual. Con este, el entorno adquiere una dimensión donde el pasado convive con el presente y las leyendas pueden integrarse en nuestro entorno cotidiano.
Ondina es una de las cintas que ha mantenido su calendario de estreno, a pesar de tratarse de una cinta premiada en festivales y de un director de prestigio. Ya sólo por eso, merecería un aplauso, pero además es un bello ejercicio demodé, una propuesta que no teme su singularidad algo ingenua. No será posiblemente uno de los grandes logros de su creador, pero si un paso coherente en su carrera y muy disfrutable.
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