CINE: MY MEXICAN BRETZEL de Nuria Giménez Lorang

 

España 2019

Documental-

Ise G.Ringer . Frank A. Lorang

Posiblemente My Mexican Bretzel sea la propuesta fílmica más arriesgada de los últimos años, a la altura de los experimentos narrativos de Jose Luis Guerin. El hecho de que, no sólo haya conseguido estrenarse en salas comerciales sino que, además, este resistiendo en pantalla, es posiblemente una oportunidad surgida de la sequía a la que nos han sometido los distribuidores en tiempos de pandemia. Ya he dicho en alguna ocasión que todo puede tener un lado bueno. Dentro del tremendo varapalo que esta situación está suponiendo para la cultura, por lo menos nos da acceso a cintas que, en otras circunstancias, habrían quedado relegadas al vacío absoluto.

Pero volvamos a esta. Citaba a Guerín, que nos hizo ver que existen infinitas formas de contar, y que la realidad es algo susceptible de interpretación. Es casi el decano de un grupo de directores que utilizan la creación como investigación para encontrar nuevos caminos. No siempre llegan a algún sitio, pero generalmente el viaje merece la pena si estamos abiertos a embarcarnos y a dejarnos sorprender.

Nuria Giménez Lorang va más allá: la materia prima de esta pieza es el material de las home movies filmadas por su abuelo, al parecer un obseso de dejar constancia en imágenes de su vida cosmopolita y viajera. A eso, la autora le une fragmentos de un diario donde, el personaje central, va narrando poco a poco y a retazos, el interior de su vida juntos. Se utiliza material verdadero pues para contar una ficción. Pero además, el cine como arte, como cultura histórica, está también muy presente: en los textos que acompañan las imágenes ( la cinta es muda, para mayor riesgo ) la referencia es claramente el melodrama clásico del Hollywood dorado. Es como si una personaje principal de una película de Douglas Sirk, en lugar de asistir a su historia, escribiese un monólogo íntimo.

El trabajo importante está en la selección y el montaje de las imágenes, consiguiendo su función evocadora, no sólo narrativa, acompañando al texto, pero además, se interna en ellas para descubrir algunos gestos, movimientos, sensaciones bastante alejadas de la pose habitual de felicidad que todos pretendemos dejar para la posteridad.

El resultado es tan coherente como difícil, y tan logrado como irrepetible. Generalmente es estéril entrar en el debate sobre la carga de realidad o de ficción que hay en el cine documental, pero My Mexican Bretzel rompe todas las fronteras.

Frente al aplauso por el riesgo y el logro y el agradecimiento por poder disfrutar de una propuesta tan original y tan redonda, nos queda la curiosidad del futuro. Imposible imaginar cual será la siguiente película de Giménez Lorang. Pero la estaremos esperando.

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