Viola Davis. Chadwick Boseman. Glynn Turman. Colman Domingo. Joshua Harto. Taylour Paige. Jonny Coyne. Jeremy Shamos. Michael Potts. Scott Matheny. Dusan Brown. Phil Nardozzi. Daniel Johnson. Roger Petan.
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La obra del dramaturgo August Wilson creo que es muy desconocida fuera de EEUU e Inglaterra. De hecho no creo que se hayan estrenado en nuestro país alguna de sus obras. Personalmente conozco Fences a través de la película que hace unos años dirigió Denzel Washington ( productor también de esta ).
Desde el punto de vista teatral, su escritura me recuerda mucho a los clásicos norteamericanos, desde O'Neill a Miller, con esa forma de hacer que en ocasiones puede parecer añeja pero es siempre sólida, y capaz de ahondar en la compleja naturaleza humana.
Temáticamente, Wilson es un hombre de color que reivindica la historia de injusticia que ha vivido su raza., esa crónica salvaje y cruel que, olvidado del cine ( lejos quedan Raices, Mississippi Burning... ), parece para muchos formar parte ya de un pasado demasiado lejano como para ser reivindicado. No lo es. Aquellos contra los que luchan movimientos como el Black Lives Matter son sin duda dignos herederos de aquellos asesinos.
Pero además, Wilson hace esta lectura desde dentro. Su actitud no es victimista sino que cuestiona la reacción y las secuelas, capaz de crear personajes singulares, y hacernos comprender a través de ellos. No es un activista didáctico.
La madre del blues es casi una pieza de cámara. Ma es una cantante de blues mítica, que, aparentemente, ha traspasado la barrera de lo permitido a las personas de color. Ella no se engaña, sabe que sólo la utilizan y, como respuesta, su actitud es un constante escupitajo a los demás. La obra se centra en la grabación de algunas de sus canciones. Entre la banda que la acompaña, está Leeves, un joven trompetista que comete a diario el pecado de seguir soñando.
Todo está muy bien escrito, perfectamente estructurado. El director maneja a la perfección la teatralidad, dándole un aire suficiente para poder enmarcar históricamente la pieza y centrando la fuerza en sus personajes, aunque quizás le falte algo de densidad que justifique la violencia final ( al no conocer el texto original, no sé si es un problema de escritura ). Su trabajo es bueno y también lo es el resultado.
Lo que realmente eleva La madre del blues son sus dos interpretaciones principales. Viola Davis construye un monstruo guiñolesco y terrible, donde se atisba un alma torturada, es brutal. Pero sobre todo, es difícil no sentirse atrapado por Boseman, por su encanto y su descaro, su lenguaje corporal y su mirada. Falleció poco después, esta creación es sin duda su mejor herencia.
Una película por lo tanto que habla de cosas que no se deberían de olvidar, pero que además nos recuerda una forma de contarlas que tampoco debería de perderse, la de aquellos que empezaron a utilizar el teatro como espejo para la sociedad y la de quienes lo universalizaron a través del cine. Puede que a muchos les parezca antiguo; para mi huele a clásico.
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