Candela Peña. Sergi López. Natalie Poza. Ramón Barea. Paula Usero.
Todos conocemos a alguna persona como Rosa. Seres humanos que parecen tener una capacidad infinita para echarse a la espalda obligaciones propias y ajenas. Nadie sabe como se crea el círculo vicioso pero pronto aquello que aportan se convierte en exigible. Al final da la sensación de que son como hamsters dando vueltas en una rueda.
Iciar Bollain le ofrece a su Rosa una oportunidad. Una idea un poco extravagante para cambiar su vida, quererse y retomar sus sueños ante lo que puede ser su última oportunidad. Y para ello, nuestra protagonista ha decidido casarse consigo misma.
La idea se desarrolla con agilidad en tono de comedia y, sobre todo algo a agradecer a la directora, sin dramatismos. La familia de Rosa es un poco desastrosa, pero también muy entrañable, cualquier atisbo de conflicto se queda en mero amago. Cada uno asume su situación y la de los demás, con sinceridad. Todos asumen haber abusado de la generosidad de Rosa. Y por eso, también todos terminarán apoyándole.
Candela Peña siempre está bien, pero este papel es un regalo y ella lo estruja hasta la última gota. Esta grande, humana, veraz, comprensiva, un poco rebelde.... No está sola. A su lado, tanto Ramón Barea como López y Poza hacen creaciones geniales. Juntos son lo mejor de una película que tiene mucho de bueno.
La boda de Rosa podría ser lo que los ingleses llaman un feelgood movie, una de esas películas que nos instalan pronto una sonrisa, y que nos dura hasta el final. Bollain, de todos modos, siempre mira a la realidad, y en este caso, lo hace para hablar de las segundas oportunidades, del empoderamiento. Lo hace, ya lo hemos dicho, sin dramas. Es bueno que lo haga así ( la trascendencia me genera siempre prevención ) pero también que no nos quedemos en la superficie: el tema es serio, pero los temas serios no necesitan siempre ser tratados con seriedad.
Público
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