TEATRO: PEDRO PÁRAMO de Juan Rulfo- Dramaturgia Pau Miró

Dramaturgia.- Pau Miró

Dirección.- Mario Gas.

Intérpretes.-

Pablo Derqui. Vicky Peña.

Hace tiempo que leí Pedro Páramo. Recuerdo la fascinación que me produjo esta narración mítica, de un cacique latinoamericano, tan unido a la tierra que su desaparición convertía el territorio que había poseído en un solitario cementerio plagado de muertos sin tumba.

Recuerdo también la poesía oscura con la que Rulfo conseguía crear un espacio en tierra de nadie, donde los cuentos se convertían en leyenda y donde cualquier criatura existía, independientemente del lado de la vida en el que se encontrase.

No podía imaginar entonces que alguien pudiese arriesgarse a hacer con este texto imposible y único una pieza teatral. 

Frente a la tentación de lo narrativo, Pau Miró opta por una opción más onírica. Podía haberse limitado a contar, desde la evocación y el recuerdo de este hijo que viaja a Comala buscando a su padre, la historia de este, desde su infancia pobre a su poder infinito, una historia de sangre y ambición cruzada por la línea del amor imposible. Creo que, aun con la riqueza del material, se habría perdido la esencia.

Miró decide utilizar la narración desde sus personajes. Son cuentacuentos que recordando episodios del pasado, aquellos que habitaron cuando estaban vivos, fueron conformando la historia. Con ellos, se va formando un tapiz brillante y oscuro, de un personaje, de un pueblo, de un país. El texto que nos ofrecen consigue algo tan difícil como conservar la textura de la tierra y generar un espacio de niebla, un lugar sin mundo. Queda una mitología agria, sucia pero preñada de sentimientos a niveles brutales: ira, odio, furia e incluso amor desesperado.

Una vez admitida y valorada la propuesta, la puesta en pie queda pendiente de los recursos que se utilizan, y tampoco era fácil. Por un lado, esta el escenario. Lo conforma un patio, desván, muy pocos elementos y una pared circular que funciona como pantalla. Con unas imágenes siempre sugerentes y un brillante espacio sonoro se consigue un envoltorio sensorial perfecto.

Pero el peso verdadero queda en sus dos únicos intérpretes, Vicky Peña y Pablo Derqui asumen el peso de ser maestros de ceremonias, representando la quincena de personajes que pululan por la obra. Su trabajo, esas conversiones con muy pocos elementos, sólo gesto y voz, es un ejercicio único de artesanía teatral, un exorcismo en el que resucitan a los muertos para hacerlos presentes ante nosotros. Ellos terminan de hacer grande esta propuesta.

Pedro Paramo, este Pedro Páramo es un empeño que sonaba imposible y que demuestra que la ambición puede centrarse en el talento y no necesariamente en excesos de producción. Lo más importante que podemos decir es que está a la altura de la novela. No la imita, la evoca, la recrea. La posiciona en otra forma de literatura. Y lo hace con un excelente resultado con personalidad propia.

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