TEATRO: DEATH OF ENGLAND. DELROY de Clint Dyer y Roy Williams



Director.-

Clint Dyer.

Intérprete.-

Michael Balogun

National Theatre

Delroy es un joven miembro de la clase obrera, negro y británico. Su madre llegó de Jamaica hace ya muchos años y él, en contra de las recomendaciones maternas, ha decidido que su vida sentimental la uniría a una mujer blanca, hermana de su mejor amigo, de quien está enamorado desde que tenían quince años y con quien va a tener una hija.

En este monólogo, Delroy nos cuenta un episodio que sucede precisamente el día del nacimiento, cuando su familia le avisa y tiene que salir corriendo hacia el hospital.

El que un día corriente se convierta en una pesadilla, está relacionado simplemente con el color de su piel.

En unos momentos como estos, en que el movimiento Black Lives Matters ha tenido que surgir frente a la brutalidad, un texto como este tiene especial importancia. No hablamos de la lejana América, sino de Europa, y no nos referimos a sucesos con inmigrantes, sino con nativos, Delroy lo es, El racismo está ahí, en los comportamientos más espontáneos, en los códigos de lenguaje admitidos, tanto en el ataque como en la condescendencia.

Death of England consigue trasladarnos como se sufre desde el corazón individual de un ser humano, ese nivel de injusticia, el dolor inmenso de entender que siempre se será diferente. Haga lo que haga. Pero también nos habla de la aceptación, posiblemente por necesidad. De vivir o sobrevivir, de centrarse en lo importante sin juzgar si esa decisión es una coartada ante la cobardía.

Delroy es un personaje muy potente, capaz de utilizar el humor pero también de romperse y seguir caminando. Tal vez la única forma en que los autores toman partido es consiguiendo que su grandeza nos llegue cuando parece estar rebelándose frente al dolor. Michael Balogun lo interpreta de una forma energética y vital, enorme.

La dirección es muy diferente a lo que los monólogos suelen tenernos acostumbrados. En un espacio más amplio y con un movimiento continuo y muchos golpes de efecto a base de iluminación y sonido, consiguen llenar un amplio escenario.

Una vez más, el confinamiento ha atacado a la cultura en el Reino Unido. Esta producción sólo había celebrado una o dos representaciones cuando se vio obligada a cerrar. Aunque tiene previsto regresar en abril, el National Theatre ha tenido la generosidad de compartir su grabación en abierto. Como llevo diciendo desde marzo, esta pandemia nos ha enseñado otra forma de ver teatro que, de todas maneras, nunca debe hacernos abandonar las salas, pero que sí nos permite llegar a más. En este caso, a una magnífica función que debería de ser obligatoria en colegios y universidades. El racismo existe, y sin paliativos, tiene que dejar de existir.

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