USA 2020
Directores.-
Scott Frank. Alan Scott
Intérpretes.-
Anya Taylor Joy. Thomas Brodie Sangster. Bill Camp. Harry Melling. Isla Johnston. Moses Ingram. Chloe Pirrie. Janina Elkin. Mariene Heller. Marcin Dorocinski. Patrick Kennedy. Matthew Dennis Lewis. Rusell Dennis Lewis. Rebecca Root. Christiane Seidel. Millie Brady. Akemnji Ndifernyan. Eloise Webb. Alexander Albrecht. Tatsu Carvalho. Michel Diercks. Murat Dikenci. Reda Elazouar. Sam Gilroy. Hubertus Grimm. Madeline Holliday. Raphael Keric.
Duración.-
7 capítulos- 60' c.u.
Netflix.
Mi conocimiento del ajedrez es mínimo, sé como se mueven las
figuras y por supuesto, que se trata de un juego de tradición milenaria.
También que exige un intelecto muy particular y que los rusos son unos maestros….
O sea, nada.
Está claro que me atraía poco Gambito de dama.
Por eso, creo que lo más importante que puedo decir de esta
serie es que es de las más apasionantes que he visto últimamente.
La protagonista se queda huérfana a los nueve años, como
consecuencia de un accidente de tráfico en el que morirá su madre. Enviada a un
orfanato, comenzará a familiarizarse con el ajedrez gracias a las lecciones de
un conserje. Y también gracias a su mente matemática y a unos calmantes que no
tardarán en convertirse en adictivos.
Serán una suma de coincidencias y la influencia fortuita de
diferentes personas que se irán cruzando en su camino en los momentos
adecuados, lo que la llevará a, superando obstáculos y creciendo al mismo
tiempo como persona, a convertirse en la mejor jugadora del mundo.
El guion, muy bien escrito, tanto en acciones como en
personajes, se centra en el desarrollo de su protagonista, para entender como funciona
la mente de un genio y sus dificultades a la hora de dialogar con el mundo y
consigo misma, esto último muy relacionado con las adicciones. También en la
necesidad que la propia genialidad tiene de integrarse en la normalidad para
poder extraer lo mejor de sí misma.
Es muy de agradecer la ausencia de tecnicismos y su
capacidad para hacer comprensible un juego que puede pecar de críptico. Porque
la aventura, ya lo he dicho, está en el personaje y su lucha por superarse.
Un valor singular es, en este sentido, la fantástica
interpretación de Anya Taylor Joy, capaz de crecer ante nuestros ojos, desde la
huérfana desorientada hasta la combatiente glamourosa. En su mirada y sus
movimientos hipnóticos, asoma siempre la fragilidad y el miedo, la fuerza y la
desesperación. La mujer y la niña.
También la realización es muy destacable, con diferentes
planos, un ritmo trepidante y una utilización fantástica del fondo musical. La dirección
artística saca lo mejor de la furiosa y cursi estética de esas décadas.
En definitiva, Gambito de dama, es un gozo estético y un relato
apasionante, un producto excelente. La proliferación salvaje de series que
estamos recibiendo en los últimos años, a veces nos da estas sorpresas.
Público
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