160 páginas
Disponible en ebook.
Cada vez que vemos las noticias o leemos las páginas de sucesos en un periódico, no pueden dejar de sorprendernos las tragedias que se esconden en ocasiones detrás de los muros en apariencia apacibles de cualquier hogar. La oscuridad, la crueldad, la sordidez que pueden esconderse entre los muebles, en las habitaciones silenciosas, en esos retratos de familia con todos mirando al frente.
Caballo sea la noche, habla de uno de esos casos, terrible, sucio, espantoso cuando finalmente lo descubrimos y, a través de muy pequeñas referencias, podemos intuir lo que no se nos cuenta. Y posiblemente lo peor es que no estalla, sólo sucede y se apaga pero nunca desaparece.
Son dos voces presentes, la madre y uno de los hijos. Y dos ausencias, la del padre y la del otro vástago. En cinco capítulos asumimos la situación de familia destrozada, nos asomamos a los años de la felicidad, que sí existieron, y, finalmente,, cuando llegamos a conocer las razones de ese salto de la luz a las tinieblas, no podemos evitar horrorizarnos.
Caballo sea la noche es atrevida en su contenido, pero también lo es la prosa abigarrada de Morellón, construcciones de una densidad tan difícil como agresiva, tan confusa como lo son los sentimientos de mentes enfermas, tan poética como la de cualquiera que se atreva a rozar la profundidad final de su alma.
La lectura es en este caso inmersión, para lo bueno y para lo malo. Uno se deja apresar, incómodo, sin aire, y regresa con el dolor y la abrasión de haberse asomado a lo peor del ser humano y, extrañamente, haber llegado a compadecerlo.
Quizás en el horror, en nuestra fragilidad y nuestros pecados, esté nuestro nivel más patente de humanidad, la del hombre en carne viva.
Buena literatura la que alcanza a plasmar algo tan complejo en palabras, aunque en algunos momentos nos obligue a perdernos.
Público
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