280 páginas
Disponible en ebook.
Esta es la primera novela de Celeste Ng. La que aquí comentaba hace unos día, Pequeño fuegos por todas partes, posterior.
Por lo tanto, este comentario debe de leerse al revés, ya que voy a hablar, sobre todo, de las similitudes entre ambas obras.
Y es que hay muchas:
Ambas comienzan con un acontecimiento inesperado. En la anterior, un incendio, aquí la muerte de Lydia, una de las hijas de la familia Lee.
Ambas historias ocurren en un paisaje en apariencia idílico, familiar, y en las dos, esa estructura significa muchas veces el rechazo a lo diferente, sea esto una forma de vivir o puramente racial.
En ambas, los acontecimientos servirán para revelar que, debajo de la superficie, hay siempre muchos secretos, no siempre adecuados al estilo de vida que se pretende representar.
En este caso, los Lee son una familia interacial, ella americana y él de origen chino.
La pareja ha conseguido salir adelante en un entorno no siempre conforme con lo mixto, y traer al mundo a tres hijos.
Han renunciado, por supuesto a muchos de sus sueños, también a exigir cierto respeto, ignorando ciertos niveles de desprecio. Algo que ha terminado siendo la única manera de aspirar a la aparente "normalidad", entendida como integración en el entorno.
Han pasado alguna crisis.
Como cualquier familia.
Otra cosa es que lo hayan hecho con la suficiente solidez como para no trasladar a sus vástagos sus frustraciones en forma de anhelos y expectativas.
Ng ( ni idea de como se pronuncia ), también repite su forma de contar:
Por un lado, su prosa es cercana, correcta y fluida. Sus metáforas son precisas, cortas y visuales. Es literatura del lenguaje.
Pero lo más importante es su capacidad para profundizar en la intimidad de cada personaje, en su análisis psicológico, en su humanidad, en sus contradicciones.... Emocionalmente es un precioso tapiz donde se retratan a todos sus personajes con delicadeza y brillo.
Al mismo tiempo, construye una mirada crítica sobre el sueño americano, trasladable posiblemente de forma universal a muchas otras sociedades en apariencia en la balsa suave del bienestar.
Su cariño está siempre dirigido hacia aquellos que, o bien se atreven, o son obligados por las circunstancias a ser diferentes. La autora comprende y enpatiza con el miedo interior de esa aparente rebeldía, con su fragilidad, con el dolor de tener que luchar en solitario....
A los demás, los padres, profesores, adultos en definitiva responsables en muchas ocasiones de ese dolor, no los deja sin esperanza, pero tampoco dulcifica su retrato. Creo que en ese equilibrio nada maniqueo está otro de sus principales valores.
Conocí a esta escritora por la recomendación de una amiga y he devorado en poco tiempo sus dos novelas publicadas. Me han gustado.
Pero espero que lo próximo, sin perder sus señas de identidad, de un paso en una dirección diferente.
Estoy seguro de que, en cualquier lugar, será capaz de emocionarnos.
Público.
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