900 pàginas
Disponible en ebook.
Volver a los clásicos siempre es un viaje seguro, apasionante, rico. Hay que volver a ellos de vez en cuando y buscar en la multitud de posibilidades aun pendientes.
Precisamente esa es mi única inquietud cuando lo hago: ser consciente de la infinita cantidad de libros que posiblemente nunca alcanzaré a leer.
No hace mucho, comentaba aquí el efecto de sumergirme en La montaña mágica, una novela evocadora, como si estuviese envuelta en un velo a través del cual nos dejase mirar Mann, hasta atraparnos dentro.
Los Buddenbrook es diferente, lo que el autor nos ofrece es una crónica, una larga crónica, la de una familia de ricos comerciantes desde que alcanzan una de sus cimas al instalarse en una de las casas más representativas de su ciudad, hasta, varias generaciones después, la venta de la misma.
Por ello, narrativamente es, más allá de su primera mitad, más precisa. Las tramas están perfiladas, los personajes muy bien definidos y, respondiendo a la importancia del escenario, las descripciones, tanto de lugares como de costumbres, tan exactas como bien dibujadas.
Es apasionante seguir la historia de estos comerciantes, su ascenso y su caída, como reflejo de la sociedad a la que pertenecen, y cuya decadencia se relata ante nuestros ojos.
Pero además a medida que avanzamos, el interior de los personajes va adquiriendo densidad, acercándose más a su otra novela antes citada.
Por otro lado, la estructura es perfecta, su desarrollo.
Lo dicho, volver a los clásicos es viajar a lugar seguro.
Los Buddenbrook, que no había leído hasta ahora, es una más de esas grandes novelas que, por si mismas, justificarían la existencia de la literatura.
Público
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