ZARZUELA: EL CASERÍO de Jesús Guridi

Director musical.-
Juanjo Mena
Director de escena.-
Pablo Viar
Intérpretes.-
José Antonio López. Carmen Solís. Jose Luis Sola. Ana Cristina Marco. Jorge Rodríguez Norton. Itxaro Mensaka. Eduardo Carranza. José Luis Martínez

La zarzuela, la ópera e incluso el musical son géneros anacrónicos desde el punto de vista teatral.
No sólo porque sus personajes canten en lugar de hablar. También porque se admite que los libretos no sean precisamente ejemplos de literatura dramática o no se les exija a los intérpretes dotes interpretativas destacables.
Este es uno de los factores que sin duda hace de esta versión de El Caserío una propuesta teatral importante.
No soy zarzuelero. Mi cultura en este caso es mínima.
No sé por lo tanto si esta pieza de Guridi se encuentra entre las obras destacables.
Podría serlo por su música.
No por su sostén narrativo.
La historia es una ingenua y plana historia de amor y sacrificio con los mimbres más manidos del melodrama.
Sin embargo, hay detrás de la producción un director de escena convencido del respeto que se merece cualquier obra artística.
Viar comienza por asumir el carácter arqueológico de la pieza. No necesita actualizarla ni presentarla desde la distancia de la ironía ( incluso se permite, en la última escena, sublimar su antiguedad con la aparición de Ana María ).
La sitúa donde debe de estar : en un caserío vasco. Ahí comienza la acción.
Uno de los aspectos más interesantes ya entonces es la cantidad de cosas que pasan alrededor de los cantantes, incluso con el recurso de imagen detenida. Hay movimiento y vida, la coreografía aparece cuidada desde el inicio.
Desconozco el libreto y no sé si el peso del frontón como escenario está en el original. Aquí ocupa el centro del espectáculo y es un enorme acierto convertirlo en esa especie de coso y escenario donde incluso el coro puede convertirse en corifeo  griego. Desde la recreación del partido a la conversación acompañada por telas de diferentes colores, todo son ideas tan origínales como gozosas. También las danzas están encajadas a la perfección sin que en ningún momento parezcan artificialmente añadidos y la fiesta es un ejemplo de utilización de recursos.
Los tres actos se recorren sin intermedio e, independientemente de su base, la dirección de escena consigue que entremos dentro.
Este caserío es pues una propuesta muy valiosa desde el punto de vista teatral.
De hecho, escénicamente es puro teatro, sin que por ello se desmerezca su importancia musical.
Y, sobre todo, ya lo he dicho, es totalmente respetuosa, sin complejos hacia un género tantas veces despreciado.
El conjunto conforma un espectáculo tan brillante como divertido.

Público
     

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