257 páginas
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Siempre he pensado que a cierta edad los recuerdos comienzan a rebosar en la silueta de una persona. Además, en muchas ocasiones, se mezclan con deseos o con experiencias deseadas. Se mezclan los contornos y un ser humano es entonces una mezcla difusa de lo que, lo que pudo o quiso ser y lo que realmente ha sido.
No sé si puede considerarse que esas experiencias no vividas pero experimentadas pueden considerarse también experiencias y forman parte de su memoria.
El protagonista de El libro de los adioses es un escritor en sus últimos años. Con ello incorpora a lo vivido también un grado grande fabulación, consciente aun de lo que en realidad ocurrió pero perdiendo pedazos en el camino.
A su alrededor se orillan los otros dos personajes, los dos en sus propias soledades..
Uno, un periodista que más que admirar, desea emular. Un hombre fracasado en la relación social y necesitado de amarres.
El otro, una mujer que, desde la pasión escondida por el idolatrado autor, descubre el vacío de una vida sin construcción.
La relación entre los tres es un juego de silencios y palabras, de escondites. Ninguno es totalmente sincero. Quizás en ellos, retomo el inicio, tendrá mucha más fuerza lo deseado y no alcanzado que la realidad.
Ramón Pernas escribe algo así como una novela íntima.
La narración se produce pero no es ella la que guía las páginas. Como otros grandes autores, es capaz de que su texto funciones como la vida: las cosas ocurren, pero envueltas en mucho más.
Por ello, nos sorprendemos al recordarla. Al darnos cuenta de que hemos leído una historia de posesión y asalto. Una historia de fragilidad y fuerza. Lo que posiblemente en manos de muchos otros hubiese podido convertirse en una novela negra o un denso melodrama.
En Pernas es vida.
Es difícil no enamorarse de la prosa de este libro. Es tan cuidada como la de un clásico. Es delicada, precisa. De una poesía rigurosa e inteligente. Nos empuja a ser cada uno de sus personajes, cuando son ellos los que cuentan. Pero, sobre todo, nos lleva a recobrar el placer de la lectura en si mismo, de disfrutar enlazando las palabras y buscando y encontrando descubrimientos en cada frase.
Y además, es un libro generoso: tengo la sensación de que muchos de los recuerdos y las anécdotas que aquí nos cuenta, pertenecen a la propia memoria del autor o, en cualquier caso, surgen de su conocimiento enciclopédico del mundo de la literatura.
El libro de los adioses es posiblemente un libro a contratiempo, como podría serlo la fotografía de su portada. pero al mismo tiempo, e igual que esta, es una obra capaz de recordarnos que la belleza ( entendida como mucho más que un adjetivo estético ) va mucho más allá de las modas.
Público
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