CINE: O QUE ARDE de Oliver Laxe

España 2019
Benedicta Sánchez. Amador Arias Inazio  Abrao. Elena Mar Fernández

O que arde comienza con unas imágenes totalmente fascinantes. Desde sus copas, vemos como los árboles de un bosque van derrumbándose en la noche. Poco a poco aparece la causa. Unas máquinas con las que el hombre destroza la naturaleza. Aunque parece que, finalmente, ni siquiera esos monstruos de hierro se atreverán con un tronco que tiene la apariencia de surgir del origen de los tiempos.
A partir de ahí, durante la escasa hora y media que dura la película, será imposible apartar los ojos de la pantalla.
Hay fragmentos de una belleza estremecedora. En los paisajes, en la niebla, y sobre todo, en la filmación casi física de los incendios. Ese último pasaje es tan aterrador como magnético.
Pero también hay imágenes íntimas y serenas que muestran la existencia cotidiana en la Galicia rural, un modo de vida que parece abocado a extinguirse y que aparece como el dibujo de una cultura ancestral. También esas imágenes alcanzan la grandeza. Por un lado en su verdad, por otro, al enmarcarse por las otras, que les otorgan una dimensión mitológica.
Siendo una película más directa narrativamente que su anterior propuesta, la fascinante Mimosas, hay dos aspectos que las hermana y que me gustaría destacar:
Por un lado, sus referencias cinematográficas, a géneros conocidos, aunque el director los haga suyos. Si la anterior, en su odisea por el desierto, se enfocaba de forma clara y directa en el cine de aventuras más reconocible, O que arde bebe del western, de su soledad y de su solidez. Este hombre que regresa y que sólo es aceptado aparentemente. Su madre, con ese amor sobrio. La relación seca y precisa entre ellos dos que crece con delicadeza y silencio  algo en lo que merece destacar el trabajo excelente de Benedicta Sánchez y de Amador Arias ) . Todo ello remite sin distancia al tono clásico de un Jonh Ford.
La otra nota en común es la utilización del tono documental, esa utilización de mecanismos que se utilizaban tradicionalmente, lejos de la ficción.
Y es cierto, porque si bien Laxe hace narración, utiliza como paisajes y como contenido la realidad.
Es entonces posiblemente, cuando entiendo la singularidad de Oliver Laxe.
Si es "sólo" la realidad lo que tenemos delante y se nos muestra sin artificios ¿ que es lo que las hace grandes? ¿ que las eleva a ese nivel con el que consiguen dejarnos sin aliento?.
La mirada.
Es esta una facultad de la que ya he hablado otras veces, posiblemente la que hace que un artesano pueda alcanzar la genialidad, a fin de cuentas, es la imagen la esencia del cine.
Oliver Laxe tiene ese don. Lo compone, sin duda, haber visto mucho cine, también inteligencia y humildad y una sensibilidad capaz de entender que cualquier personaje, cualquier ser humano, puede ser un protagonistas y que, si sabemos mirarle y escucharle, podrá contarnos muchas cosas y descubrirnos nuevas dimensiones de la realidad.
O que arde es singular. Hermosa. Delicada. No se si es una obra maestra porque tampoco sé lo que eso, pero estoy dispuesto a considerarla en la lista de las más importantes del año, por lo que es y por lo que representa.
Representa un tipo de cine que no suele alcanzar con facilidad las salas. Sin embargo, algo está cambiando cuando esta vez sí ha encontrado su sitio, y no sólo eso sino que parece que está alcanzando más que interesantes cifras de taquilla. Lo merece.
Y nosotros también nos merecemos poder acceder fácilmente a películas tan ricas y tan apasionantes.
Esperemos que signifique que algo está cambiando.

Público


Comentarios