OPERA: CAPRICCIO de Richard Strauss



Director musical.-
Asher Fisch
Director de escena-
Christof Loy
Intérpretes.-
Malin Bystrom. josef Wagner. Norman Reinhardt. Andre Schuen. Cristof Fischesser. Theresa Kronthaler. John Graham Hall. Leonor Bonilla. Juan José de Leon. Torben Jurgens

Siempre o sigo: no soy un melómano.
Disfruto de la única pero mi acercamiento a la ópera es, fundamentalmente, teatral.
Strauss ya me ha sorprendido con otras de sus obras.
Pasa de todo.
Entre el costumbrismo y el absurdo, entre el juego, la tramoya y la destilación de los sentimientos.
Como en esta.
Una alegórica historia de amor que es una diatriba entre la importancia de la música y la palabra. La condesa decidiendo entre dos hombres, un compositor musical y un poeta. Que es también un debate en el que en una escena que funciona casi como intermedio, parecen parecen participar todos los personajes. Y un ejercicio de metateatro sobre la composición de una ópera.
También es un hermoso lamento sobre el paso del tiempo, una evocación a una civilización que viene a cambiar todo el orden establecido...... sobre la decadencia de una época que desaparece entre los dedos. Alrededor del cumpleaños de la protagonista, se presentan, con naturalidad, con sencillez, diversos momentos de su vida, diferentes presencias que conviven, que se contemplan, que se evocan ....
La música es principio y es final.
Un prólogo hermoso y un epilogo bello.
En el entro, una música que no siempre es melodiosa y que en ocasiones produce incluso deserciones entre el público.
A nivel de escena, un espectáculo bello, precioso.
Elegante, muy elegante. Y  ligero, casi como si estuviese dibujado sobre un telón, como si se pintase en el sueño.
Un recuerdo, un presente, una realidad que se mantiene en la fragilidad de lo que se cierto. Un lugar en el que conviven sentimientos, suspiros y risas. Un conjunto de imágenes, cuadros casi cinematográficas, un circo triste....
Tantas cosas.
Y desde esa aceptación, desde esa comprensión, se puede aceptar la propuesta que nos propone Loy como director de escena, no siempre es claramente comprensible pero sí sensualmente disfrutable.
Un hermoso ejercicio sólo asumible desde la serenidad.
Desde el goce inteligente.

Público

Comentarios