CINE: PÁJAROS DE VERANO Ciro Guerra y Cristina Gallego

Colombia 2018
Carmina Martínez. José Acosta. Natalia Reyes. Jhon Narvaez. Greider Meza. José Vicente Coté. Juan Bautista Martínez

Conocí Colombia hace unos años.
Tuve la suerte de conocer Colombia. Y hacerlo de la mano de colombianos orgullosos.
Un país maravilloso en su riqueza y admirable en su capacidad de levantarse sobre la historia.
Debe de ser duro, tener que soportar que tu parte más oscura se haya convertido en material para series de televisión y películas sin ningún respeto a la verdad, sin intentar poner fondo, sólo como mero entretenimiento.
El narcotráfico sin duda ha existido y sin duda casi se ha comido un país convirtiéndolo en un campo de batalla.
Pero hay más.
Hay detrás un complejo camino. Seres humanos que realizaron esa transición gigante desde la miseria a la mayor de las riquezas. Desde la nada al poder incontrolable.
Creo que con Pájaros de Verano, por primera vez de forma reconocida, son ellos, los colombianos, quienes cuentan su historia.
Desde este punto de vista, la película es un ejercicio de recuperación. es su historia y son ellos quien tienen derecho a contarla. También son ellos los únicos que pueden hacerlo desde las raíces. Los únicos que conocen realmente la génesis.
La cinta se inicia con el cantor de una leyenda, un cuento.
El del joven Rapayet y como hizo todo lo que estuvo en su mano por conquistar el amor.
Fue su necesidad de poder presentar la dote solicitada lo que le llevó a comenzar a comercial con marihuana para los americanos.
A partir de ahí, la escalada de riqueza, el posicionamiento de la familia, las traiciones y las venganzas...
Están, la familia como núcleo, y la violencia como camino necesario y autodestructivo.
Todo suena a conocido. Pero no lo es.
Ya en su anterior película, El abrazo de la serpiente, Ciro Guerra dejó claro su interés antropológico. Aquí sigue por ese camino.
Colombia es un país de leyendas, de tradiciones y magia, donde posiblemente la muerte sea tan fácil porque los muertos parece existir con los vivos, porque una corriente inmaterial recorre el aire. No se pierde el origen, sólo se deforma, pero los antiguos dioses siempre van a exigir su tributo.
Los directores consiguen llevar a la pantalla toda la riqueza de su cultura. Esa cultura que lucha con la invasión de la modernidad representada en el capitalismo.
Las imágenes que nos acompañan en la película, esas que muchos han comparado con el realismo mágico y la prosa de García Márquez, tiene el valor, en primer lugar, de ser contenidas. No hay abuso estético y eso se agradece. Pero además son un hallazgo a la hora de darnos una información menos palpable y recordarnos donde estamos, resaltar la singularidad del paisaje exterior e interior.
Pájaros de Verano es clara en su narrativa y eficaz en su acción. Por supuesto, bella en su estética.
Y, de alguna manera, es necesaria y justa.
Hermosa parábola. Dura realidad. Pero contada sin miedo.
Colombia es un país de valientes.
No debe olvidarlo.

Público

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