CINE: EL GORDO Y EL FLACO fr Jon S. Baird

Reino Unido 2018
John C. Reilly. Steve Coogan. Shirley Henderson. Nina Arianda. Bentley Kalu.

Creo que ahora casi han desaparecido del recuerdo.
Para mi, El Gordo y el Flaco conforman una de esas parejas cómicas totalmente vinculadas a mi infancia.
Por supuesto, vivimos en un mundo demasiado contaminado por el desengaño. Por eso cuando se anuncia una película que nos narrará las verdaderas relaciones entre el dúo cómico, es difícil que no imaginemos que vamos a asistir a una colección de reproches y secretos, capaz de eliminar cualquier rastro de ternura.
Sorpresa: no.
No es el caso.
He visto El Gordo y el Flaco como consecuencia de las muy buenas críticas que ha recibido. En especial, Carlos Boyero, a quien ya he citado aquí en diversas ocasiones, y que no podía ocultar que esta cinta parecía haberle ganado el corazón.
No me extraña.
Es una de las propuestas más agradables, más encantadoras, que puede encontrarse hoy día en la pantalla grande.
Jon S. Baird y su guionista, no ocultan en ningún caso su aprecio y cariño por estos personajes.
La línea argumental los sitúa en su última gira, cuando ya habían dejado de ser estrellas. Hay momentos oscuros y sería muy sencillo convertirlo todo en la narración de un derrota. Y sin embargo, en una clara decisión que no puedo más que aplaudir, se opta por lo contrario.
La película es una celebración de la amistad. Sin complejos. Claro que cita aspectos más complejos, pero no se aprovecha.
Hoy día, circular por el lado positivo de la vida es el verdadero riesgo.
En ese sentido, la valentía de esta película es asombrosa. Totalmente contracorriente.
No sólo eso, si no que además , se extiende a su relación ese humor ingenuo y fresco que hizo reir a tanta gente, ese humor blanco. En ese sentido, la escena de la cama del hotel con el Gordo enfermo, es una declaración de intenciones ( y una delicia ). Extender ese perfil al resto de personajes, otorga a  la producción una ligereza cercana.
Todo ello, se multiplica en valor gracias a sus dos actores protagonistas.
Reilly y Coogan son perfectos. Mimetizan gestos y espíritu. Resucitan a sus personajes, pero en ningún caso sus interpretaciones suenan a creación. No hay ni un sólo matiz de artificio ni de imitación. Son. Hacía mucho que no veía semejanzas tales.
Y por último, no he citado que la producción es tan correcta como cualquier producción británica de época. Algo que le otorga aun más esa pátina de clasicismo que tan bien le sienta a la historia y tan bien nos parece al público.
Resumen:
El Gordo y El Flaco es una película para disfrutar, militante en la ternura y los buenos sentimientos. Sólo eso ya la colocaría, en mi opinión, en un lugar elevado. Pero, además, es muy buen cine.
Ahora llegaría la posibilidad de  un debate que no voy a emprender: ¿porque no destaca como una de las propuestas más crowd pleaser que puede encontrarse hoy día, y encima para todas las edades?.
Quizás sea demasiado británica.
Quizás alguien piense que es necesario haber estado enganchado a la fuente para disfrutarla.
Quizás parece antigua...
Nada más lejos de la verdad.
Un regalo.

Público
 

Comentarios