NOVELA: AFRICANUS. EL HIJO DEL CÓNSUL de Santiago Posteguillo

Ediciones B
700 páginas
También disponible en ebook.

En muchas ocasiones he hablado de mi infancia como la época en la que se gestó mi interés por la cultura. Un interés hambriento que me lleva a ser muy plural en lo que consumo y que está directamente relacionado con mi rechazo absoluto a cualquier concepto elitista de la misma.
Las fuentes, aquello que me enamoró de lo que otros contaban y de un mundo inabarcable, fueron los libros de autores como Emilio Salgari, Dumas o Julio Verne ( por supuesto La Isla del Tesoro, la mejor nivela de todos los tiempos ). Pero también el cine, mucho cine en tardes frente a la televisión.
Y entre otros géneros, uno de mis favoritos era el peplum.
Quo Vadis, La caída del Imperio Romano, Ben Hur....
Creo que sé más historia gracias a esos momentos que la que pude aprender en muchas clases de historia.
Posteguillo recupera eso.
Africanus es la primera de una trilogía sobre Escipión el Africano. Ya he leído las tres novelas referidas a Trajano. Esta es anterior, pero si he tardado más en acercarme, es porque tenía la sensación de que había más contenido bélico.
Cuando llego, me encuentro, como entonces, ante una obra ambiciosa y conseguida. Un gran trabajo, incuestionable como tal.
El hijo del cónsul es novela histórica.
Como histórica tiene una ambientación e información rica y rigurosa, y la transmite con acierto y sin pedantería. No tardamos en asumir el escenario y sentirnos partes del mismo.
Como novela, el autor ficciona, hace hablar a los personajes, compone sus relaciones, imagina sus inquietudes, sus miedos, sus deseos. Cualquiera tiene derecho a hacerlo siempre que no pretenda una verdad absoluta o no contradiga la misma, Posteguillo no lo hace. Su respeto hacia los hechos es pareja a su respeto al lector.
Porque Posteguillo busca sobre todo entretener. Y vaya si lo consigue.
Como decía al inicio, la cultura es un magnífico contenedor siempre que se acepte su amplitud.
Alguien podrá decir, y sin duda dirá, que esto no es alta literatura. Ni falta que le hace.

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