CINE: EL VICIO DEL PODER de Adam McKay

USA 2018
Christian Bale. Amy Adams. Steve Carrell. Sam Rockwell. Jesse Piemons. Eddie Marsan. Alison Pill. Stefanía Owen. Jillian Amerante. Brandon Sklenar. Brandon Firla. Abigail Marlowe. Liz Burnette. Matt Nolan. Brian Poth. Joey Brooks. Joe Sabatino. Tyler Perry. Bill Camp. Shea Whigham. Caliee Spaery. Fay Masterson. Don McManus. Adam Bartley. Lisa Gay Hamilton. Jeff Bosley. Scott Christopher. Mark Bramhall. Stephane Nicoli. Kirk Boll. Alfred Molina. Lily Rabe.

Creo que la mejor palabra para describir esta película es "desbordante". Podrían servir otras que tuviesen significados similares. En cualquier caso, lo que quiero trasladar es que en las dos horas y diez minutos que dura, su director utiliza mil formas de impacto y mil recursos caligráficos diferentes para contarnos esta historia: parodía, textos impresos, un montaje trepidante, incluso un final fake a mitad del metraje....
Quizás no habría otra manera de abordar la personalidad y la trayectoria de su personaje protagonista.
La estructura es casi la de un monólogo ilustrado en la que un personaje ajeno, se convierte en el alter ego de McKay.
Con todo ello, El vicio del poder acaba siendo muchas cosas al mismo tiempo: una comedia algo salvaje, un reportaje con mucho de periodismo, una denuncia necesaria, e incluso, el cuento de un hombre que terminó perdiendo el corazón.
Y todas bien, aclaro.
Uno de los logros de la propuesta es que utilizando una cantidad ingente de elementos, no hay confusión sino riqueza, y componen un todo perfectamente coherente.
La cinta narra la epopeya de Dick Cheney, desde que era un mal marido camorrista con poco futuro, hasta que llegó a convertirse en uno de los hombres más poderosos de los Estados Unidos ( es decir, del mundo ), como vicepresidente de George Bush Jr. A él se le deben las respuestas a los atentados  del 11 S, con todo lo que supuso de violación de los derechos humanos y de declaración de una guerra tan inútil como costosa en vidas humanas.
En este camino, contemplamos con sorpresa lo fácil que es que cualquiera pueda llegar arriba  y la falta de control que tiene cualquier poderoso una vez que está en lo alto. También, sobre todo, la importancia de la providencia en un mundo donde los méritos se sustituyen por la suerte.
El guión es excelente. Está lleno de información pero tan bien planteada que consigue hacerse apasionante y no abrumar en ningún momento.
El centro son dos personajes:
Lynne Cheney, una mujer ambiciosa y capaz de adaptarse a la perfección a su papel, Una especie de Lady Macbeth de barrio con ganas de ser primera dama. Amy Adams cada vez es mejor actriz y borda todo lo que toca.
Pero sobre todo, lo que sustenta y recorre toda la historia, es el personaje central. Dick Cheney es lo más parecido a un personaje shakespereano, férreo, indescifrable, creciendo desde el inicio hasta convertirse en alguien capaz de mover el mundo. Sin escrúpulos. Perdiendo cualquiera que pudiera haber surgido en algún momento. La creación que Christian Bale hace es comparable a la que Robert de Niro hizo en Toro Salvaje, no sólo por el cambio físico ( irreconocible ) como por la interiorización de esa metamorfosis desde el arribista al dueño del mundo. Si ya la película es muy buena, él la hace grande.
El vicio del poder es cine excelente pero también una denuncia inquietante, exenta de aparente trascendencia pero capaz de ponernos ante un mensaje que nos deja helados. El poder. El uso del poder. La indiferencia del poder. Pero también, y en ese sentido, el alegato final es revelador, nuestra responsabilidad ante el mal uso del poder.
Lo dicho: gran película. Divertida y necesaria.

Público

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