NOVELA: PALOS DE CIEGO de David Torres

Círculo de Tiza
268 páginas

No leo generalmente la contraportada de muchos libros. En la medida de lo posible, me gusta asomarme a ellos sin conocer su contenido.
Por eso no sabía que en este caso, la reseña estaba escrita por Agustín Fernández Mallo.
Sí este detalle me parece importante es porque mientras disfrutaba de Palos de ciego, no podía evitar que, salvando las distancias, me recordase a la Trilogía de la guerra en un aspecto que comenté aquí no hace mucho: ambas son novelas ( libros, novela me parece una denominación limitativa en este caso ) que tienen su propia ley. Una vez que decides estar dentro, tienes que asumir que has entrado en un mundo propio que se rige con sus propias normas ( generalmente la norma más destacada es la libertad).
El viaje es apasionante.
Compartir una aventura entre palabras de la mano de un creador singular y valiente. Que además, en este caso, lo hace desde su propia intimidad.
Hay dos líneas de partida en Palos de ciego. Extrañas entre ellas pero que David Torres consigue alquimicamente encajar.
Por un lado está el fallecimiento de su hermano mayor un día después de nacer. La ausencia de una presencia no conocida. La prospección de un futuro que hubiese sido diferente y que nunca existirá. La aceptación del fantasma.
Por otro, el proyecto de una novela nunca escrita sobre un trágico suceso en la Rusia de Stalin. La Historia como fuerza que aplasta a sus personajes. La leyenda como realidad. La imposibilidad de constatar la realidad del pasado.
Son las pistas de despegue. Ambas se ramifican en reflexiones, bocetos, recuerdos e historias que van desde la trama de los niños robados, hasta el creador de Peter Pan.
Un crisol tan plural, tan rico, que es difícil abarcarlo en sólo un libro. El autor lo consigue, con rigor y evocación. Y poniendo en cada caso, mucho de si mismo.
Porque Palos de ciego está escrito desde la intimidad, en primera persona.
Personalmente, disfruto especialmente de los tramos en que se nos permite conocer una novela desde el backstage, con retazos  búsquedas, con dudas y certezas.
Pero también me he sentido atrapado por todo lo demás. Casi como en una ceremonia de escucha, un recuerdo de los contadores de historias, la que debería de ser la profesión más valiosa del mundo.
Conocí por primera vez a David Torres en Niños de Tiza. Lo he seguido desde entonces y creo recordar que escribí alguna vez que no entendía como no estaba reconocido como uno de los mejores escritores en nuestra lengua. No tiene pieza mala.
Sin embargo, no estaba preparado para este nivel de riesgo y de generosidad.
No sé como avanzará desde ahora. Lo que sí sé es que yo estaré allí para seguir leyéndole.
Gracias.

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