Glenn Close. Jonathan Pryce. Christian Slater. Max Irons
La Buena Esposa es posiblemente una historia de amor, tan extraña como el propio amor, pero a fin de cuentas, una historia de dos seres humanos que han compartido casi toda su vida, lo que supone, sin duda, disfrutar del alma del otro, pero también aceptar sus defectos y compartir sus secretos.
Son una pareja anciana.
Él escritor. Cuando comienza el film, recibe una llamada que le anuncia el Premio Nobel de Literatura.
Ella, su sostén, su soporte, su apoyo.
Entre ellos, dos hijos, uno de ellos con el ansia de seguir a su progenitor en la vena artística.
No hay mucho de nuevo en el guion de esta película, pero está muy bien rodada, con delicadeza, como una pieza de cámara.
Pero sobre todo, lo que hace especial esta propuesta, son sus interpretaciones.
Jonathan Pryce es uno de esos actores británicos capaces de trabajar con Monthy Pyton o ser Lear. Está perfecto.
Pero, sin duda, la cinta es de Glenn Close.
Close es una de esas actrices que en los ochenta constituían el dream team, Lange, Sarandon, Meryl Streep ( la única que sigue con una continuidad pasmosa año a año en las pantallas ). Tuvo papeles tan alabados como Atracción Fatal o Dangerous Liasons , pero de ese grupo, es la única que nunca ha recibido un Oscar. Posiblemente esta sea su oportunidad.
En su retrato de esta esposa abnegada, derrocha inteligencia y magnetismo, nos atrapa con una interpretación sutil, compuesta de pequeños gestos y sobre todo de miradas. Es pura contención incluso en los momentos más álgidos. Una interpretación capaz de actuar como una capa que esconde y muestra a un tiempo, las corrientes internas de su personaje, todas sus certezas pero también sus contradicciones.
Sin duda, nos encontramos ante una creación que nos lleva a disfrutar cada minuto de su presencia en la pantalla. Como por otra vez esta actriz ya ha hecho muchas otras veces. Tal vez su madurez la haga aun más sólida. En cualquier caso, estoy seguro, una de las interpretaciones del año.
Público
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