250 páginas
También disponible en ebook
No sé en que referencia de esta novela leí que pretendía mostrar el mal.
Un mal que, como ya ha ocurrido otras veces, se emparenta con la ignorancia y el miedo, y por eso encuentra su paisaje más fecundo en el entorno rural poco desarrollado.
Hector, un maestro recién licenciado, es enviado a Somino, un pueblo casi escondido en el que imperan el odio y el silencio.
Con una prosa que puede parecer antigua o recargada pero a la que no se le puede negar una textura y una riqueza pastosas y una cuidada elaboración, funde unos personajes creados a retazos pero con la complejidad de los retratos deconstruidos.
La historia se escribe desde el recuerdo y eso se manifiesta en la mixtura entre aspectos muy definidos y ciertas ambigüedades donde encaja a la perfección la memoria.
Hay retazos, especialmente los que suceden en Madrid y los que corresponden al amigo del protagonista, que no termino de encajar en el conjunto pero que tal vez otorgan un mejor andamiaje a la historia.
En fin, a Los Cain la valoro mucho más de lo que me gusta.
Valoro mucho la trama y la capacidad del autor para manejar la información. Ya he dicho que valoro mucho su prosa y la creación de personajes. Y por supuesto, su escapada de cualquier camino conocido.
Pero no termino de moverme cómodo en su oscuridad, aunque quizás sea eso un efecto buscado por Llamas.
Público
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