CINE: SIN AMOR de Andrey Zvyagintsev

Rusia 2018
Maryana Spivak. Aleksey Rozin. Matvey Novikov. Marina Vasilyeva. Andris Keishs. Alexey Fateev.

Ya lo había dejado claro en su anterior película, Leviathan, Andrey Zvyagintsev no tiene mucha fe en lo que la sociedad rusa se ha convertido tras la caída del comunismo.
En aquella obra se ocupaba más del estrato público, de la corrupción de las instituciones. Sin Amor sin embargo, se refiere al territorio de lo íntimo, de los hombres y mujeres que se han dejado conquistar por lo peor del capitalismo, sustituyendo las relaciones personales por las digitales, más interesados en guardar imágenes en el móvil que en el corazón.
Un matrimonio a punto de divorciarse, destruido y cada uno con una historia diferente, un niño de doce años receptor de todo el dolor que pueden generar en su egoísmo y su búsqueda de placeres inmediatos. Su desaparición no provocara la reunión de sus padres sino la extensión de la guerra, posiblemente la sorpresa de sentirse juzgados y llegar al punto de juzgarse ellos mismos y una mirada a su alrededor no más moralizante.
Como ocurría con otra película rusa reciente, Demasiado Cerca, el título es de nuevo en este caso una definición perfecta de lo que vamos a ver.
También hay algo de esperanza:
Un grupo de voluntarios capaces de darle tanto valor a la vida de un niño que serán capaces de dedicarse en cuerpo y alma a buscarlo, y de seguir colocando carteles aunque pasen los años sin noticias del perdido.  No se si su organización, casi militar, esconde cierto nivel de nostalgia a otros tiempos.
La caligrafía de Zvyagintsev es milimétrica y realista, creando una narrativa visualmente contundente, algo que ya ocurría en Leviathan. Sus imágenes tienen una solidez pétrea. Pero dentro de ese realismo, consigue un nivel cósmico con esa cámara que parece observar con disgusto tanta mediocridad, puntuada siempre en el momento exacto con una música hipnótica y sugerente.
Por encima de todo esta ese árbol.
Lo vemos al inicio y nos espera al final.
Puede ser él, en ese paisaje que seguirá, sigue puro, a pesar de quien lo habita.Puede ser él quien nos cuenta historia. Él quizás quien acoge, protege....
Él quien le otorga a esta cinta su mitología.
Él ¿Rusia?.
Esta película es una obra de su director. Es su creación, su pensamiento, su mensaje. Y es, para mi, una obra grande.  Recibo la riqueza de su simbolismo y me siento dentro.
Siempre he dicho que los comentarios o cualquier crítica es siempre algo subjetivo, de una pieza que se te ofrece y haces tuya.
Mía es Sin Amor.
No me cuesta pensar que su analogía pueda ser trasladable, más allá de las fronteras geográficas, a otras latitudes, quizás a la nuestra. Desde este punto de vista lo que nos cuenta Zvyagintsev es la decadencia de la sociedad contemporánea, un camino con un final que llegará tarde o temprano en este proceso de descomposición. Esperemos que en el trayecto, gracias a avisos como el que nos proporcionan obras como esta, seamos capaces de detenernos a pensar, de cambiar el rumbo, de, por lo menos, intentar la salvación.
Siempre hay esperanza.
Siempre tendremos un árbol que quiera protegernos entre sus ramas.

Público.

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