NOVELA: DESIERTO SONORO de Valeria Luiselli

Sexto Piso
468 páginas
Disponible en ebook

Muchas veces me siento más cómodo escribiendo que pensando. Puedo decir que escribir me ayuda a ordenar los pensamientos. Después de leer un libro como este, Desierto Sonoro, no es fácil estructurar todo lo que me ofrece, lo que me produce. Sólo cuando, a través de este ejercicio, me lo cuento a mi mismo, parece tener forma y, así, poder valorarlo.
Me enredo por lo tanto en este comentario, sin tener claro todavía como trasladar mi recepción de esta propuesta. Sé que ha sido importante, sé que lo he recibido acercándome mucho a su autor, comprendiendo y admirando.
Es un viaje, un largo viaje por una América desértica y vacía, casi fantasma. Una travesía larga y sin aparente destino. De polvo, de arena.
Lo realizan cuatro personas. Una pareja y el hijo de cada uno de ellos de anteriores parejas, un niño y una niña.
Y tiene lugar cuando ya ha comenzado el final de su corta historia.
Los adultos trabajan en algo extraño, los análisis del sonido, hacer mapas sonoros del mundo que les rodea.
Extraña ocupación que se refleja en la misma extrañeza a la hora de vestir esta historia, de otorgarles una dimensión diferente.
La primera parte la narra la madre. Son páginas llenas de soledad, de silencio. De hecho diría que, en gran parte, la entidad de esta novela está en la ausencia, aquello que se ha perdido. El silencio como ausencia del diálogo, de las palabras. La ausencia de amor que existió.
En este narración es donde aparecen, como núcleo de su investigación, los niños perdidos. Que son aquellos huérfanos o solitarios que son obligados a cruzar fronteras, a escapar de sus propios países para buscar en América un lugar mejor. A buscar a sus padres que les antecedieron, Un nivel político en el nivel primario, la de la exigencia de respeto y de paz para cualquier ser humano.
También ellos son ausencia. La ausencia de la infancia. La ausencia de la vida a la que cualquier niño tendría derecho.
Son esas páginas que me recuerdan a Antonioni, al Win Wenders de Paris Texas.
Hay soledad, hay un dolor interno. Hay pérdida.
Lo que para mi es la segunda parte ( tercera para la autora ) cambian el narrador y la narración. El hijo comienza a contar desde el recuerdo.
Poco a poco, su historia se va fusionando con la de los niños perdidos, personajes y novela. Su epopeya alcanza la de los fugitivos que cruzan la frontera. Conviven. Se encuentran. Traspasan las páginas para ser referencia y conciencia.
Todo termina en el vacío.
Todo termina en el recuerdo, el poso. Porque también la lectura, una vez acabada, nos dejará a nosotros esa ausencia.
Luiselli cuida su libro como una obra compacta. Hay vigas en forma de inventario de los archivos de cada uno, de informes. Concluye con una colección de fotografías que editan las palabras leídas.
Desierto Sonoro es hermoso y extraño. Singular propuesta. Un libro importante que nos atrapa. Una narración que nos exige y nos entrega.

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