CINE: CAFARNAUN de Nadine Labaki

Líbano 2018
Zain Al Rafeea. Yodanos Shiferaw. Boluwatife Treasure. Kawthar Al Haddad. Fadi Kamel. Cedra Izan. Alaa Chouchnieh. Elias Khoury

Empiezo con una aclaración:
Hace unos días, escribiendo sobre La vida ante sí, comentaba que generalmente me siento distante de aquellas obras que se presentan desde la mirada de un niño, aunque consiga apreciarlas.
En Cafarnaun no he sentido esa distancia.
Posiblemente porque Zain, su protagonista, me atrapa desde su primera aparición. No es un niño o no sólo un niño. Es un héroe.
En las últimas décadas, hemos tenido el cuestionable privilegio de poder ser testigos directos de la ruina. Lo que antes nos llegaba con referencias y fotografías mal enfocadas, entra ahora con la nitidez de la realidad inmediata.
Así, como en una atracción de feria, podemos pedir a la red que nos muestre paisajes de países como Siria antes y después de la guerra. Y contemplar el destrozo de sus ciudades.
Posiblemente, el directo o la acumulación han mitigado el horror y pocas veces nos acordamos que esas ciudades eran y son lugares habitados por seres humanos.
Zain es un niño más en una familia sin papeles. Un niño que, al empezar la película ha decidido demandar a sus padres por traerle al mundo. Él está cumpliendo, a sus dudosos doce o trece años, sufriendo condena por apuñalar a un hombre. A partir de ahí, con una estructura narrativa sofisticada que nunca se ve lastrada por el hiperrealismo del contenido, conoceremos las circunstancias que le han llevado a esa situación.
He leído en algunas críticas cierto rechazo a la aparente pornografía sentimental de la propuesta.
No las comparto.
Al final, al margen de la veracidad que consiga Nadine Labaki otorgar el relato, está claro que todo lo que ocurre en la pantalla es absolutamente posible.
Esas acusaciones de manipulación tienen mucho de lavar conciencias.
Nos movemos en un mundo donde hay personas que no existen porque carecen de los papeles que los reconocen como seres humanos. En un mundo donde otros, más como consecuencia de la miseria que de la maldad, son capaces de convertir a esos desclasados en mercancía.
Y sobre todo, nos encontramos en un mundo donde las víctimas más débiles son los niños.
No puedo evitar, sobre todo en la llegada a la feria detrás del Hombre Cucaracha, que esta cinta me recuerde a The Florida Project, una propuesta diferente en contexto pero similar en su capacidad de enfrentarnos a la realidad que afecta a los pequeños y a la responsabilidad que en ella tenemos los adultos.
Lo que más me interesa de la película es la grandeza que la directora consigue otorgarle a su personaje principal. Él es el único capaz de nobleza, de valor. También son los sentimientos entre él y el bebé los más puros de la cinta. Sus largas caminatas por las calles llenas de escombros, donde sólo causan en los demás indiferencia, o la escena del intento de abandono, es difícil que no nos dejen el corazón machacado.
Se dice que los niños son actores naturales. Tengo mis dudas de que pueda simplificarse de ese modo la mirada de Zain y su sonrisa. Como he dicho al principio, me atrapa. Me lo creo. Sé que es verdad. lo adoro.
Por eso agradezco a la directora que en ocasiones vista su epopeya de una ingenuidad en la que nos acercamos a su corazón y a su mente. Que le regale formas de no conocer el intenso dramatismo que lo que le rodea más que como aventura.
También que al final, le regale un final casi feliz.
Aunque lamentablemente, quizás sea eso lo menos creíble de esta hermosa y necesaria película.

Público 
 

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