NOVELA: 31 DÍAS DE MAYO. LA MISIÓN DE LESLIE HOWARD de Elena Galván

Publicaciones Arenas
116 páginas.

Lo reconozco: a pesar de ser gallego y de considerarme medianamente culto, no sabía que Leslie Howard había muerto cerca de las costas de Cedeira.
Después de que mi buen amigo Manuel Arenas me contase la historia, navegando por internet, tuve una cura de humildad. La historia era mucho más conocida de lo que yo pensaba, mi ignorancia no tenía disculpa.
En tiempos en que la fabulación histórica se ha convertido en un género de entretenimiento, donde el valor no está en el rigor de la información sino en el número de lectores, Elena Galván trabaja con un material apasionante: la Segunda Guerra Mundial; una misión secreta relacionada con personajes como Churchill, Franco, Hitler.... ; dos ciudades europeas tan interesantes en ese momento como Lisboa y Madrid, y el glamour de Hollywood representado en uno de sus actores más carismáticos y en una belleza española en fase de conquista internacional,  Concita Montenegro.
Difícil no dejarse llegar por la megalomanía y convertirlo todo en un folletín de varios niveles y muchas páginas.
Pues bien, peligro superado. Hay muchas cosas que me gustan de 31 de mayo, pero creo que la primera es su rigor. La novelización de la odisea se mueve en un camino estrecho, creo que fruto de la autoexigencia. Podría parecer una crónica del mejor nivel periodístico, si no fuese por dos incorporaciones:
Por un lado, Galván consigue, con muy poco, crear unos personajes a los que siempre dota de la información precisa parra poder ubicarlos desde el punto de vista histórico pero también de humanidad.
Por otro, y esto es mucho más difícil y me va a costar más explicarlo, tengo la sensación de que la autora escribe con pinceles, y va cubriendo la trama con un paisaje cruzado de referencias sutiles. Repito, no sé explicarlo, pero la crónica respira el glamour inalcanzable de las estrellas, se entera en la red de las múltiples y cruzadas misiones de espionaje, se levanta sobre los cimientos de una Europa  añeja y eterna. Y todo ello se consigue con palabras. No me extraña que en la portada se informe que Elena Galván también escribe poesía. No sé si puede sonar pedante calificar este libro como una sobria crónica poética.
En cualquier caso, también puede asistirse a la misión de Howard desde el punto de vista estrictamente histórico y quien lo haga, recibirá a cambio un muy interesante análisis.
Para mi, es , como se cita en alguna página, una forma de recordar que a veces la vida se ha teñido de cine, y que hay autores capaces de convertir las palabras en evocación.

Público

Comentarios