CINE: PETRA de Jaime Rosales

España 2018
Barbara Lennie. Alex Brendemuhl. Joan Botey. Marisa Paredes. Oriol Pla. Carmen Pla. Petra Martínez.

Cada película de Jaime Rosales es una propuesta singular y personal, completa, aunando contenido y caligrafía. También, siempre, junto con el sesgo de autoría, hay experimentación y riesgo. No sé si tiene al público muy presente, pero a mi, personalmente, me parece uno de los directores más interesantes del momento.
En este caso, tengo la sensación de que su apuesta es por interpretar la tragedia clásica en un modelo creíble al trasvasarla al mundo actual.
Así, la titula Petra, un nombre de mujer, como lo son Antígona, o Fedra, o Alcestes, y ella será el núcleo sufriente y catalizador del relato.
La historia se mueve en los códigos del género, aquellos que podrían haber utilizado Sófocles o Eurípides. Hay la búsqueda de un padre ausente y desconocido, un amor prohibido, una mujer callada y la lucha entre el bien y el mal.
En el idílico paisaje, multiplicada su belleza por el arte, vive un matrimonio de extraña relación, él, un reconocido creador guiado por el dinero, ella, un enigma con apariencia de presencia plana. A su alrededor su hijo y un pequeño ecosistema. Allí aterrizará Petra para cambiar la vida de todos.
Rosales nos lo cuenta con dos elementos que inciden en la figura dramática:
Por un lado, una música con apariencia de coro que, cuando aparece, parece sonar siempre a premonición.
Pero sobre todo, esa cámara que no para de moverse, aunque siempre con lentitud y serenidad, que no siempre acompaña a los personajes, como cuestionando en ocasiones si son ellos tan importantes como el entorno que los acoge, en especial la naturaleza, pero también los hogares que parecen cobijarlos y mantener el vacío. No puedo evitar pensar en esa cámara como una mirada superior, curiosa y algo irónica, tal vez uno de esos dioses mitológicos que no dejaban de jugar con los humanos.
En cuanto a las variaciones que impone el autor, hay uno estructural, que es la división en capítulos y el orden propuesto para los mismos.
También, la depuración, no sólo con las elipsis, sino también con la eliminación del dramatismo, posiblemente una decisión inteligente y sensible que evita que el complejo entramado, suene a anacrónico hoy en día. Así sólo una de las muertes se lleva a cabo delante de la cámara.
La mirada de Rosales es transparente, con una apariencia de sencillez que contrasta con el hecho de que su propuesta está sin duda muy elaborada.
Consigue que esa ligereza se transmita en la interpretación donde Bárbara Lennie vuelve a demostrar que es una actriz minuciosa y sensible, que ilumina con una naturalidad absoluta cualquier historia, Recuperamos a la mejor Marisa Paredes y consolidamos a Oriol Pla. Y por supuesto nos sorprendemos con un actor al parecer novel, aunque maduro, Joan Botey, que es capaz de algo tan difícil como escenificar el mal.
Me ha gustado mucho Petra.
Una vez más, Rosales apuesta por experimentar una obra de nuevo diferente.
Una vez más, en mi opinión consigue un pleno.
Y una vez más nos deja esperando su próxima aventura.

Público

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