CINE: HAPPY END de Michael Haneke

Francia/ Austria 2017
Isabelle Huppert. Jean Louis Trintignant. Mathieu Kassovitz. Fantine Harduin. Franz Rogowski. Laura Verlinden. Aurelia Petit. Toby Jones. Hassan Ghancy. Nabiha Akkari. Philippe du Janerand. Domique Besnehard

Si esto fuese una crítica ( como siempre digo, es solo mi humilde opinión ), comenzaría centrándome en Happy End, una película que acabo de ver, estrenada en fechas extrañas para este tipo de producto, y que me ha gustado mucho.
Sin embargo, lo bueno de escribir en un blog propio es que puedes escribir sobre lo que te apetezca. Y en este caso, lo que me apetece compartir es mi sorpresa ante las relaciones que ha producido el último film de Haneke.
Autor adorado hasta llegar al Principe de Asturias, casi incuestionable hasta esta película , desde que se estrenó en Cannes,Happy End se ha convertido en la propuesta con la que parece comenzar su línea de inflexión. Le ha llegado el momento.
Es como si hasta ahora nos hubiese estado engañando ( y convenciendo ) y de pronto alguien hubiese abierto la cortina para enseñarnos la trampa y decirnos que no era para tanto.
Y no lo entiendo.
Porque creo que este film encaja en su catálogo a la perfección sin desentonar con obras previas.
No creo que Happy End sea menos acertada que las anteriores. De hecho, tampoco comparto que la mejor sea Amor, que, aunque sin duda muy lograda, creo que se benefició de lo epidérmico de su historia y la claridad de su narrativa para llegar a un público más amplio.
A mi me gusta mucho Haneke cuando es muy Haneke.
Me encanta la inteligencia de sus estructuras, lo que cuenta, lo que calla y lo que nos muestra de forma indirecta, me gusta la distancia de algunas de sus escenas, la frialdad y la incluso en ocasiones cruel mirada.
Tengo la sensación de que sus obras son propuestas de comunión con el público, que nos ofrece trabajar con él y esto siempre nos va a permitir también, tomar nuestra propias conclusiones, incluso sobre lo que ha podido ocurrir. Con su cine nos convertimos en cooperadores necesarios para desarrollar sus historias, que pasan también a ser nuestras. Creo, eso sí, que puede ser tremendamente frustrante para quien busque una narración plana que incluya todas las claves.
Haneke es tan importante por lo que escribe como por lo que tenemos que escribir nosotros.
En este caso, nos encontramos con un cuadro más coral que en ocasiones anteriores.
A partir de un intento de suicidio ( aparente ) de un personaje tangencial y de un accidente de trabajo, nos introducimos sin darnos cuenta en el cruce de historias de los miembros de una familia de la alta burguesía económica, donde anida una crueldad oscura y larvada que surge del convencimiento de tener derecho a sus privilegios.
Son seres incompletos, emocionalmente lastrados, deficientes, y posiblemente lo único que pueda surgir de ese colectivo sean monstruos, aunque en ocasiones, como en el de la niña, lleguen a producirnos compasión.
El director opta, como siempre, por la observación sin emoción, y así, mientras en otras manos cualquiera de las subtramas de este relato, podrían convertirse en melodrama o tragedia, aquí parece que estamos asistiendo al devenir cotidiano del grupo. Esto posiblemente lo hace todo más terrible, una vez superado el extrañamiento.
Lo único que se podría cuestionar, y nunca con contundencia, es una ligera acumulación de temas y peripecias, pero yo lo admito como totalmente creíble. He conocido familias donde estoy seguro de que, si escarbamos, podríamos encontrar un panorama similar. Son frutos de una educación, de una sociedad, de una forma de vida. A mi esa acumulación pretendida, me parece una fuente de riqueza, que deriva en infinitos matices en las relaciones entre sus personajes.
Haneke narra los efectos de una enfermedad, la que Europa se ha inoculado a si misma y que, simplificando, surge de destrozar lo moral de la escala de valores e intentar lavarla con una capa de buenismo.
No es esta cinta más compleja que Código Desconocido o Caché, dos de las obras que lo llevaron al Olimpo.
Por ello vuelvo a mi duda inicial ¿ porqué quienes alabaron aquellas han levantado ahora el puñal? quizás porque todos nos hartamos alguna vez de que nos muestren nuestro propio reflejo si este no de adecua a nuestras pretensiones.
Sí es cierto que posiblemente tenga cierta vocación de consenso, compartiendo temas sobre todo con Cache ( racismo, grabaciones robadas ) y también con un guiño muy importante a Amor a través de un recuerdo y del actor coincidente ( que interpretación más contenida y perfecta de la Trintignant, que maestría, que transparencia en un difícil personaje que podría caer en la caricatura )
Podría suponer esto que el director avisase sobre un fin de ciclo y nos esté anunciando una nueva etapa.
En cualquier caso, veo en Happy End la mano del mejor Haneke. Me tranquiliza y me ilusiona. Sé que si efectivamente se decide a transitar otros caminos, lo hará siempre desde la inteligencia y que será, una vez más, una invitación a quien quiera compartir su mirada. Yo seguro.

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