CINE: EL TERCER ASESINATO de Hirokazu Koreeda

Japón 2017
Masaharu Fukuyama. Koji Yakusho. Suzu Hirose. Yuki Saito. Kotaro Yoshida. Shinnosuke Mitsushima. Izumi Matsuoka. Mikako Ichikawa. Isao Hashizume

Posiblemente en estos momentos Koreeda sea de los directores de cine que más me interesan y que me regalan mejores momentos.
Desde la delicadeza de Still Walking a la aparente ligereza chejoviana de Nuestra Hermana Pequeña o la precisión emocional de Después de la Tormenta o De Tal Padre Tal Hijo.
Siempre alrededor del núcleo familiar, con una mirada absolutamente natural, transparente y cálida. Sus historias son maravillas de orfebrería utilizando como mimbres los sentimientos y empapándolos de fragilidad. Pero también ejercicios narrativos de una fluidez líquida.
Son verdad hasta donde puede serlo una obra de ficción.
Ahora, con El Tercer Asesinato, aparece una muy buena noticia, y es que parece que el director cambia de registro, y es capaz de hacerlo manteniendo todas sus capacidades.
Cualquier comentario sobre esta película excelente, difícil, hipnótica, comienza enunciando que Koreeda, hasta ahora cronista de la familia, se ha pasado al thriller.
Es correcto pero no del todo.
Es verdad que, en una lectura fácil podría calificarse la cinta como cine de género, thriller judicial.
Sin embargo, las constantes que el autor mantiene están ahí:
Aunque el cuadro sea de otro tipo, los elementos son los mismos. Lo que subyace en la historia que nos cuenta, es un melodrama familiar. Quizás más oscuro que otras veces, mantenido en un segundo plano, pero la familia está ahí, incluso la tangencial del abogado protagonista.
Precisamente ese abogado tiene la entidad de muchos de sus protagonistas, ese hombre que mantiene la familia a cierta distancia pero que parece que, precisamente por ello, se acerca al perfil de los niños perdidos.
Todo comienza con un asesinato. Se nos cuenta de forma frontal. somos testigos de esa parte de la verdad. El culpable resulta tener un pasado carcelario por otros crímenes. Precisamente el hijo del juez que en su día juzgó su caso, será su defensor. Lo que en principio parece un caso rutinario, gris, va impregnando todo de dudas, principalmente por la inconstancia del acusado en sus declaraciones y la aparición de un personaje de la familia de la víctima.
El material se convierte en una reflexión sobre el bien y el mal, sobre la verdad, y, en definitiva, sobre la capacidad de la justicia para responder a la realidad que vivimos.
Lo hace con una realización preciosa y precisa, una caligrafía llena de metáforas visuales muy hermosas, insultantes primeros planos que nos sumergen en el interior de los personajes.
Es difícil no quedarse enganchado, incluso fascinado, por sus imágenes.
Creo que lo que realmente ha cambiado no es tanto la mirada del director, ya que su forma de contar sigue siendo lenta, premiosa, tomándose siempre su tiempo para que podamos ver lo necesario sin prisas. Creo que lo que ha cambiado es su propuesta al espectador, a quien ahora deja la historia abierta, le permite rellenar los huecos y le hace partícipe de la aventura. Exige un esfuerzo. Uno puede perderse o extrañarse si no tiene los cinco sentidos en captar todas las aristas de esta historia, que son muchas, sin esperar que, como tantas veces, la escena final, un diálogo, una frase, ponga en orden que necesitamos.Aquí no es bueno necesitar el orden , y si lo necesitamos, lo ponemos nosotros,
Puede dar la sensación, de lo que he dicho hasta ahora, de que Koreeda ha puesto al público enfrente. No es así. Sigue siendo un creador cercano y respetuoso, entrañable. Y por ello, como en anteriores ocasión, nos regala pistas para asomarnos a otra dimensión, para otorgar a la cotidianeidad magia, belleza y espiritualidad. Como esa mariposa que en Still Walking iba cargada de alma. Aquí también, porque siempre: esperanza y luz.

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