CINE: EL CARTERO DE LAS NOCHES BLANCAS de Andrey Konchalovsky

Rusia 2014
Aleksey Tryapitsyn. Irina Ermolova. Timur Bondarenko. Viktor Kolobkov. Victor Berezin

Nos repetimos: no hay una sola crítica de esta hermosa película que no se inicie hablando de la carrera de su director, sus inicios como uno de los popes del cine ruso en festivales de primera categoría y su conclusión imprevisible en lo más comercial del cine americano ( sí, incluso con Stallone ).
Por lo tanto no seré yo el que .... ¿ o ya lo he hecho?.
Vayamos a lo que nos ocupa:
El cartero de las noches blancas describe la vida de una pequeña comunidad en proceso de desaparición, al borde de un precioso lago en Rusia, en un entorno natural sobrecogedor en su belleza.
En el centro, un hombre sencillo, del que conocemos un pasado alcohólico y un presente compartido en pequeñas dosis cotidianas con sus vecinos y un ligero interés amoroso.
Mi sensación es que nos encontramos ante una resurrección nada traumática, donde nuestro cartero, que recorre en su lancha esas aguas que son un regalo de serenidad, en los dos años que lleva sin beber, está aprendiendo a mirar, a contemplar lo que le rodea cambiando lo que podría parecer miseria por lo gratificante de un cielo, o de un tacto, en definitiva de aquello que tiene a su alrededor y que habría dejado de valorar, o tal vez nunca hubiese llegado a hacerlo abrumado por las necesidades del día a día. Pero no sólo eso, también es capaz de ver sus sueños.
El director opta por una realización pausada y realista, contando con actores no profesionales, pero no nos confundamos, no es un ejemplo más de cine verité; su autoría se siente y es capaz de dotar esta hora y media de un lirismo que va creciendo a medida que avanza, lo que termina imprimiendo un halo de poesía nada cargante.
Podría decirse que no pasa nada, pero como ocurre con las obras de Chejov, pasan muchísimas cosas. Pero no se gritan.
Konchalovsky nos enseña también a mirar a nosotros , y es gozoso cuando se consigue.
Pero también a pensar, porque es importante tener en cuenta que no hablamos de tiempos  perdidos, sino del mundo de este siglo,  y para recordárnoslo, está esa base tan cercana y ese cohete que , sin sorprender al cartero ni a sus vecinos, cruza con delicadeza el cielo azul, abriendo una extraña cicatriz en esa fastuosa naturaleza.
No se ha perdido todo pues. Frente a la vida frenética de las grandes urbes, siguen existiendo lugares donde es importante encontrarse las zapatillas colocadas , esperándonos cada mañana , y donde ayudar a un vecino tiene sentido. Tampoco se engaña en lo paradisiaco, existen rencillas, miserias y es que a fin de cuentas somos humanos . Y reivindicar esa humanidad es importante. Tal vez es ahí más sencillo que nazca cierta magia.
Lo siento, prometí no repetirme pero no puedo evitar a hacerme una pregunta ¿ que pensará Stallone de esta película? imposible imaginarlo.

Público

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