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Personalmente creo que un placer similar a la lectura es compartir los libros, prestarlos, recomendarlos y que nos los recomienden. Hay pocas cosas tan satisfactoria como que alguien te diga que ha disfrutado de un libro que ha leído gracias a ti, quizás decirle a alguien que te ha emocionado aquel al que te acercaste por su consejo.
Además, hay otro placer que cada vez tenemos más perdido: la sorpresa y el descubrimiento. Cada vez tenemos más información previa de todo, de una película, de un libro. Es difícil acercarse a una obra en estado virgen.
Esta introducción viene al caso para explicar que, posiblemente, este comentario, sobre una magnífica novela, puede resultar más entusiasta de lo habitual por esas dos razones: el libro llega a mis manos gracias a la recomendación de una buena amiga en cuyo gusto literario confió, Marta lo definió como "una novela histórica que no vas a poder soltar", y eso era lo único que sabía sobre la trama hasta que entre en sus páginas.
El protagonista, Agustín Lobo, es un jornalera extremeño comprometido con el sindicalismo que, en vísperas de la Guerra Civil, se compromete con la ocupación de fincas promovida desde la necesidad y la rabia. El resultado le obligará a huir cuando el ejército rebelde llega a la provincia, pero no es la primera vez que tiene que escapar. En un salto al pasado, conoceremos una huida anterior, aquella que le llevó, siendo apenas un adolescente, a alistarse en la legión y luchar en Marruecos después del desastre de Annual.
La vida de este personaje tiene un recorrido apasionante. Ya he citado la Legión, Marruecos, también la Guerra Civil. Además, recorreremos el sitio de Madrid, conoceremos los cuerpos de espionaje y contraespionaje, y el exilio en Méjico. Y en el trayecto, se cruza el amor, la amistad, la pérdida y, siempre, la lucha.
Efectivamente, mi querida amiga tenía razón, es difícil soltarla, porque además de Lobo, hay muchos otros personajes igual de completos pero, fundamentalmente, porque todo está magníficamente contado, con una estructura que mantiene la tensión de una forma casi cinematográfica y que maneja fantásticamente las elipsis, llevándonos de un lugar a otro sin tiempos muertos. La escritura es densa, rica, y, por encima de todo, tengo la sensación de que está escrita con pasión.
Nadie Puede Cambiar el Pasado es una novela que se adscribe de una forma casi perfecta a lo que por novela entendemos, en la ambición de su narración, en la amplitud de su trama y en la riqueza de su contenido. Es una lectura apasionante, de esas que disfrutábamos tanto cuando aprendimos todo lo que nos podía proporcionar un libro. Cada vez que recupero ese placer de entonces, quiero creer que gano uno o dos años de juventud. A fin de cuentas, como escribió George R. Martin, quien no lee, sólo vive una vida.
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