Alfaguara
400 páginas
También disponible en ebook.
La novela negra es un género que sin duda bucea en lo más perverso del alma humana.
Trata con material sensible y reactivo generado por sentimientos a flor de piel. En los niveles más elevados, se atreve a manejar algo tan complejo como la maldad en toda su extensión.
Además, es un género que tiene como obligación entretener desde la sorpresa. El autor debe de jugar una posición ambigua con el lector, acompañándolo pero manipulándolo a un tiempo.
Hay modelos reflexivos y pausados , como Mankell, y otros trepidantes y avasalladores, los más. Caben multitud de personalidades, de estilos.
Pues bien, con todo esto, hay, lógicamente, obras buenas, muy buenas, mejores o peores.
Irene, lo digo ya, es para mi una de las que convendrá recordar. Difícil no hacerlo.
De su autor sólo conocía una novela tan diferente como Nos vemos allá arriba, que le valió el Premio Goncourt, una historia bélica tratada con los colores chillones de un esperpento.
Quizás la única referencia cercana es la creación de este detective de altura reducida ( otro de sus valores, congénitos al género, reside en la creación de personajes ). Parece , al conocerlo, que vamos a asistir a una de esas propuestas donde la adscripción a un género se hace rozando la parodia para acentuar sus rasgos comunes. Nada más lejos de la realidad . Pronto olvidamos ( o interiorizamos como una característica más ) las circunstancias personales de nuestro protagonista . A partir de ahí nos lanzamos ( nos lanza su autor ) a un tobogán imparable, trepidante.
La trama es turbia, desde su inicio. Sabemos que el mal, la maldad que antes citaba , es lo único que puede sustentar la furia asesina a la que nos enfrentamos. Sin embargo, y simplemente lo cito para no desbrozar la trama ( la endemoniada trama ) terminamos teniendo la sensación de que también en Lemaitre existe cierto nivel de perversión en el juego cruel que emprende con todos nosotros.
Es difícil comentar más sin correr el peligro de hablar de más.
Baste decir que es un homenaje a la literatura , al proceso de creación pero también al de recepción , en esos niveles donde es difícil dilucidar la verdad de la ficción y donde la mente del lector debe de comenzar su ejercicio de reflexión una vez que abandona la última página.
Mejor quedarnos aquí.
Cualquiera que tenga el coraje para dar un paso en el infierno, que consiga seguir leyendo incluso cuando se le encoje el corazón, encontrará en Irene una forma magnífica de entretenerse. Y mucho, mucho más.
Público
400 páginas
También disponible en ebook.
La novela negra es un género que sin duda bucea en lo más perverso del alma humana.
Trata con material sensible y reactivo generado por sentimientos a flor de piel. En los niveles más elevados, se atreve a manejar algo tan complejo como la maldad en toda su extensión.
Además, es un género que tiene como obligación entretener desde la sorpresa. El autor debe de jugar una posición ambigua con el lector, acompañándolo pero manipulándolo a un tiempo.
Hay modelos reflexivos y pausados , como Mankell, y otros trepidantes y avasalladores, los más. Caben multitud de personalidades, de estilos.
Pues bien, con todo esto, hay, lógicamente, obras buenas, muy buenas, mejores o peores.
Irene, lo digo ya, es para mi una de las que convendrá recordar. Difícil no hacerlo.
De su autor sólo conocía una novela tan diferente como Nos vemos allá arriba, que le valió el Premio Goncourt, una historia bélica tratada con los colores chillones de un esperpento.
Quizás la única referencia cercana es la creación de este detective de altura reducida ( otro de sus valores, congénitos al género, reside en la creación de personajes ). Parece , al conocerlo, que vamos a asistir a una de esas propuestas donde la adscripción a un género se hace rozando la parodia para acentuar sus rasgos comunes. Nada más lejos de la realidad . Pronto olvidamos ( o interiorizamos como una característica más ) las circunstancias personales de nuestro protagonista . A partir de ahí nos lanzamos ( nos lanza su autor ) a un tobogán imparable, trepidante.
La trama es turbia, desde su inicio. Sabemos que el mal, la maldad que antes citaba , es lo único que puede sustentar la furia asesina a la que nos enfrentamos. Sin embargo, y simplemente lo cito para no desbrozar la trama ( la endemoniada trama ) terminamos teniendo la sensación de que también en Lemaitre existe cierto nivel de perversión en el juego cruel que emprende con todos nosotros.
Es difícil comentar más sin correr el peligro de hablar de más.
Baste decir que es un homenaje a la literatura , al proceso de creación pero también al de recepción , en esos niveles donde es difícil dilucidar la verdad de la ficción y donde la mente del lector debe de comenzar su ejercicio de reflexión una vez que abandona la última página.
Mejor quedarnos aquí.
Cualquiera que tenga el coraje para dar un paso en el infierno, que consiga seguir leyendo incluso cuando se le encoje el corazón, encontrará en Irene una forma magnífica de entretenerse. Y mucho, mucho más.
Público
Comentarios