OPERA: DON CARLO de Giuseppe Verdi

Director musical.-
Nicola Luisotti
Director de escena.-
David McVicar
Intérpretes.-
Andrea Caré. Michele Pertusi. Ainhoa Arteta. Simone Piazzola. Silvia Tro Santafé. Rafael Siwek. Natalia Labourdette. Moisés Marín.
Teatro Real.- Madrid

Había visto un Don Carlo hace tiempo en el Teatro Campoamor de Oviedo. Conozco también el texto de Schiller en el que se basa.
La verdad es que todos aquellos a los que nos gusta la ópera, asumimos la pericia argumental de la mayoría de las obras clásicas. Pero no recordaba el disparate histórico de esta pieza a la hora de narrar las relaciones entre Felipe II y su hijo, el infante Don Carlos.
Al margen de esto, puede decirse que no es una obra fácil: además de su duración, no contiene arias popularmente destacadas, es densa musicalmente hablando.
Y sin embargo, una vez más, Verdi demuestra que es un creador inigualable: sumergirse en su lenguaje sonoro es una experiencia maravillosa, llena de belleza.
Pero vayamos a esta producción que abre la temporada del Teatro Real:
Don Carlo da pie a una gran producción.
Pero me temo que ya no quedan muchas grandes producciones rondando por ahí.
McVicar, opta por un sólo escenario. Un gran espacio de piedra con estructuras móviles que es claustro y mausoleo, cárcel y palacio. Es tan práctico como estético. Lo colorea con una excelente iluminación y lo habita con un fantástico vestuario y un buen número de figurantes.
Sobre todo en la primera parte, consigue momentos teatrales de gran belleza, culminando con el acto de fe, al que quizás le faltaría un mayor desgarro en los penitentes.
En la segunda, siento cierto cansancio escénico. Puedo influir la repetición o el hecho de que el cuadro que la abre, en el despacho del Rey, me parece el menos encajado.
Por otro lado, siempre tengo la duda de si se les puede pedir a los cantantes de ópera que sean buenos actores.
En definitiva, frente a versiones ultramodernas, el director de escena opta por un acercamiento clásico que difícilmente puede molestar a nadie y que nos permite disfrutar de la maravillosa música, lo que posiblemente pueda ser el objetivo principal al acudir a una ópera.
No es una versión memorable pero sí sólida y más que correcta con muchos momentos destacables.
Y siempre está Verdi.

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