CINE: LAS HEREDERAS de Marcelo Martinessi

Paraguay 2018
Ana Brun. Margarita Irún. Ana Ivanova. Nilda González. Alicia Guerra

Es difícil no sentirse rechazado en Las Herederas.
No sólo tiene un sonido ( acento ) difícil, que no ayuda. También hay una fotografía pastosa, oscura, y unos enfoques difíciles con apariencia de descuidados. Los primeros escenarios, son las habitaciones de una casa que se está vaciando. En ellos comienza a desvelarse una historia que apunta tristeza, soledad, marginalidad.
Chela y Chiquita son dos mujeres ya mayores que viven juntas. Provienen claramente de dos entornos sociales diferentes.
Presentimos en Chela un pasado bien diferente a la pobreza que ahora las acorrala y le obliga a vender por piezas sus heredadas pertenencias. Posiblemente sea una muestra descarnada de la decadencia social del país.
Una denuncia de estafa lleva a Chiquita, mezcla de amante, secretaria y apoyo, a la cárcel por unos meses.
En su nueva situación, en su necesidad de afrontar los días en soledad, descubrirá que la vida es algo mucho más rico, complejo e impredecible.
Martinessi, artífice del excelente guion y de la sensible dirección, es coherente en su decisión de mostrar la fealdad por ser la realidad, externa e íntima. Aun así, consigue algo tan difícil en este caso, como mostrar ternura ante sus personajes.
Leyendo la presentación de la película que hace su creador, señala que esta nace de su concepción de la ciudad de Asunción como una cárcel. Deja claro que lo que nos muestra es lo que siente. Que lo que nos cuenta es su rechazo a ese entorno, a su miseria física y moral. Eso explica definitivamente que no sea una propuesta fácil, pero sí muy especial.
De repente, pensando en el título, que no necesariamente se corresponde con la situación de las protagonistas, recordé otro similar. Desconozco si La Heredera, de Henry Miller, su título, ha servido a Martinessi de referencia. Podría ser. Podría utilizarse esa palabra para ubicar a estas mujeres, a cualquier mujer desamparada, encerrada en una sociedad sin horizontes. Mujeres condenadas a una eterna tristeza.
De nosotros dependerá creer si, en este caso, existirá al final la esperanza o, simplemente, una triste prolongación de fracaso.
Ana Brun es quien consigue dotar de grandeza su inseguridad, su miedo, su patetismo, Capaz de convertir en un odisea incierta ese viaje interior. Su interpretación es un prodigio de contención y expresividad, de delicadeza.
Ella es la mejor aliada del director en esta propuesta que, sin duda habrá supuesto para este mucho dolor.
Para nosotros, reflexión y buen cine.

Público

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