DESPEDIDA DE AMOS OZ

Hace años, en un viaje a Israel, buscando textos de un escritor autóctono, fui a dar con Amos Oz.
Recuerdo que leí dos novelas, My Michael, sobre la locura de una mujer enamorada y Black Box, sobre las profundidades de un matrimonio en crisis.
Luego fui conociendo otras obras que ha ido publicando en una trayectoria prolífica. Al mismo tiempo, conocía su actitud ante el conflicto judío palestino, una postura tan arriesgada como generosa, tan realista como poco popular.
Judas, una de sus últimas novelas, era casi un ensayo sobre la difícil pero posible reconciliación.
A quien le insultaba  le recriminaba su entrega habría obligarles a leer Una historia de amor y oscuridad, una entrega generosa de su vida familiar, de su traslado a Israel, del dolor de muchas pérdidas.
Pero era un hombre que conocía el valor del perdón.
Nos a dejado un maravilloso escritor, un literato capaz de regalarnos páginas y páginas de esas palabras que construyen mundos donde descansar, pensar, crecer.
También nos ha dejado un gran hombre, un ser humano inteligente y sensible.
Esperemos que su legado persista, en sus páginas y en su pensamiento.
Gracias.

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